jueves, 19 de enero de 2006

Tecnología argentina en Iran

El gobierno de Washington intenta limitar el desarrollo científico-tecnológico iraní y de no resignar en más poseedores el conocimiento y el negocio en el sector que está llamado a reemplazar la energía fósil. Esa es una vieja política de los yanquis que nosotros conocemos bien. Nosotros empezamos a desarrollar la tecnología de la aeronavegación en 1927 bajo la presidencia de Marcelo de Alvear y este desarrollo fue potenciado durante las primeras presidencias de Juan Perón entre 1946 y 1955 -con los espectaculares logros de los diseños de los Pulqui I, Pulqui II (devenido en EEUU en el FS-86 y en la URSS en el Mig-15) y Pulqui III (nunca construido en Argentina sino luego en India). Este desarrollo sufrió continuas interrupciones después del golpe de septiembre de 1955, en que empezaron a actuar en el gobierno los liberales amigos de los “americanos” los cuales lograron una desactivación completa de este programa a partir de la gestión de Carlos Menem con la liquidación del proyecto del misil Cóndor. Trabajar en contra de los intereses nacional ha sido una dedicación full time de los liberales vernáculos desde 1955 a la fecha. Por otra parte, la iniciativa de Perón de desarrollar la energía atómica también logró una trascendencia insospechada. Los éxitos logrados por los técnicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA) hicieron que los mismos fueran seguidos con atención en todo el mundo y así en 1975 el entonces Sha de Irán, Mohamed Rezha Pahlevi II, contrató los servicios del propio presidente de aquel organismo, que había estado al frente del mismo desde 1960, el almirante Oscar Armando Quihillalt, quien asumió sus tareas como asesor de la Organización Iraní de Energía Atómica (OIEA), por la que percibía una cifra singular para aquella época: diez mil dólares estadounidenses al mes. Por entonces, siendo presidenta María Estela Martínez, cuando nadie hablaba del terrorismo islámico y en circunstancias en que Irán era el principal socio de Estados Unidos de América, Quihillalt llevó con él a otros siete especialistas argentinos. Por esa época los técnicos argentinos eran la mitad entre todos los extranjeros que trabajaban en la OIEA. Algo que continuó tras la Revolución Islámica y la llegada al gobierno de Teherán del ayatollah Rudollah Khomeini. Es decir unas dos décadas y media atrás ya los aportes tecnológicos se habían hecho corrientes, como que durante el gobierno de Raúl Alfonsín, el 5 de mayo de 1987 INVAP y la OIEA firmaron un acuerdo para que Argentina le vendiese un núcleo de uranio enriquecido al 20 por ciento. INVAP es la sociedad del Estado con sede en Río Negro, con capital accionario mayoritario de la CONEA (esta última había logrado a fines de 1983 producir uranio enriquecido). Fue una venta por 5,5 millones de dólares estadounidenses. Ello fue autorizado en septiembre de 1988 por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y así el INVAP realizó envíos. Algunas informaciones añaden que en ese momento se entrenaron técnicos persas en el Instituto Balseiro. Cabe señalar que algunas investigaciones realizadas por medios especializados indican, al parecer, que el repugnante Menem (fiel lacayo de los yanquis) prohibió en 1992 al INVAP seguir con sus programas de ventas a Irán y a Siria que incluían agua pesada, lo que, según ello, desfinanció a la sociedad rionegrina desde entonces. Naturalmente la tecnología argentina ya había hecho posible poner en marcha todo el proceso en el país de la Revolución Islámica a partir del cual la actual administración estadounidense buscó justificaciones para incluir a Irán en el eje del mal sobre la Tierra. Ya es la segunda vez que los argentinos ponen en peligro al Imperio. La primera vez fue cuando la crisis de los mísiles de Cuba. El Che quería lanzarlos sobre EEUU inmediatamente. Castro, siempre lucido y calculador, se negó y aceptó las ordenes rusas de no disparar. Los argentinos somos sujetos de cuidado, saben...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quiero hacer un artículo sobre este tema (para una revista de bajo perfil pero que distribuye casi cien mil ejemplares con diarios del interior)reivindicando a los científicos y técnicos argentinos. Estoy buscando ubicar al contralmirante Quihillalt o algún otro que haya trabajado en Irán y pueda contar la historia en primera persona y con algo de color. Agradecere cualquier información. Mi celular es el 15-4177-6039 y mi e-mail jjsalinas@ciudad.com.ar

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