miércoles, 18 de enero de 2006

La tecnología es el oro del siglo 21

Con un modelo agroexportador, a principios del siglo XX la Argentina era una de las potencias mundiales. Hoy, el país perdió ese lugar en una economía mundial en la que la agricultura representa sólo el 4% y las dos terceras partes son servicios, entendidos como tecnologías y conocimientos. La generación de conocimientos diferencia hoy a los países, a sus modos de producción de bienes y servicios y a la calidad de vida de su gente. Tener o no tener conocimientos traza una línea que ubica, de un lado, a los países que los poseen y acceden mediante ellos al bienestar de sus habitantes y al ejercicio pleno de sus derechos. Y del otro, a los países que no logran o no pueden incorporar el conocimiento y se exponen al estancamiento económico y a un futuro sin esperanzas. Las mayores innovaciones y el mayor número de patentes vienen de países del norte. ¿La Argentina tiene que resignarse a implementar lo que otros inventan y pagarles los derechos?. Ningún país del mundo puede ser líder e innovador en todo. Todos los países son generadores de ciertas tecnologías y transformadores de otras. El problema es que la Argentina no hace innovaciones y ni saca patentes en nada. La Argentina tiene que elegir tres o cuatro temas y esos temas buscar ser la primera en ellos, colocarse a la vanguardia. Así hacen países muy razonables como Francia, que eligió algunos sectores de la biotecnología para destacarse. Irlanda es otro buen ejemplo, con su liderazgo en la industria del software, e Israel con sus desarrollos en seguridad. SON LOS NÚMERO UNO EN ALGUNOS TEMAS y desde ahí se paran a negociar otros. La Argentina tiene desarrollos propios muy buenos en biología molecular y biotecnología. En el sector agropecuario es líderes, sin duda. La siembra directa, a la que le debemos buena parte del boom sojero, es prueba de ello. También tenemos condiciones climáticas y de suelo excepcionales, por ejemplo, para la producción de vinos como el Malbec o para los alimentos orgánicos. Lo importante es agregar valor. No es lo mismo vender lana sucia que lana procesada o pullóveres con diseño. EL PROBLEMA ES QUE EL GRUESO DE LAS EXPORTACIONES ARGENTINAS SON PRODUCTOS PRIMARIOS O CON POCO VALOR AGREGADO. Vendemos al mundo principalmente soja y petróleo, e importamos DVD´s y celulares. Pero también hacemos satélites, que requieren una tecnología de enorme precisión. Y los estamos exportando muy bien. Es el caso de INVAP, una sociedad entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA) y la provincia de Río Negro. ESTE ES UN EJEMPLO DE UNA EMPRESA ESTATAL FUERTEMENTE COMPETITIVA. ¿Puede la Argentina competir con países como China o India, cuyo número de profesionales graduados en ciencias duras y tecnología es ampliamente superior?. Si, porque la calidad y el valor de lo que se produce no está en función de la cantidad de habitantes. Finlandia, que tiene la misma población que la ciudad de Buenos Aires, es el número uno en celulares, con Nokia a la cabeza, y también en electrónica para maquinaria de procesamiento de maderas, que es su actividad tradicional. Esto demuestra que SE PUEDEN HACER PRODUCTOS DE ALTA CALIDAD Y VALOR CON POCA GENTE. Pero esto exige contar con una buena educación para todos, y no para una élite; y un sistema de innovación orgánico que incluya al Estado, las empresas y las universidades. Eso es lo que tiene hoy Finlandia, que cuando cayó la cortina de hierro, y perdió a su principal cliente que era la ex Unión Soviética tuvo que reconvertir su economía. Pero primero recurrió a sus escuelas y universidades. Los expertos coinciden en que la próxima ola de crecimiento tecnológico estará relacionada con la biotecnología, un campo que surgió una década después que las tecnologías de la información. La primera droga de origen biotecnológico se creó en 1982. Se puede suponer entonces que a fines de 2010 las biotecnologías empezarán a reducir los costos de los tratamientos médicos en lugar de aumentarlos. En ese caso tendremos un enorme efecto, ya que la atención de salud representa una porción de la economía mucho más grande que la que tienen las tecnologías de información. Otra gran posibilidad se vislumbra en el campo de las energías alternativas o "limpias". El hidrógeno, los biocombustibles, la energía solar, eólica o los nuevos diseños de reactores atómicos darán un gran salto, sobre todo si sigue aumentando el precio del petróleo. Pero si hablamos de nuevas tecnologías, no tenemos que olvidarnos de la nanotecnología, que, con su capacidad de crear nuevos materiales armando estructuras átomo por átomo, transformará la atención médica, la industria y la informática. ¿Y quiénes serán los líderes en estas nuevas tecnologías?Ferraro: Hasta hace poco se pensaba en Japón. Pero hoy es imposible soslayar la creciente participación de India, con su liderazgo en software, diseño de chips y de drogas, y China en ingeniería mecánica y de computadoras que reconocen escritura y voz. Tampoco podemos olvidar a Taiwán y Corea, DOS DE LOS PAÍSES QUE MÁS PATENTES OBTIENEN POR AÑO. Entre 4.000 y 5.000. Se está creando un nuevo mapa del conocimiento.¿Qué tiene que exportar la Argentina, tecnología o productos primarios? ¿Soja o software?. Es una dicotomía falsa. Porque la soja también tiene tecnología. Tecnología no es sinónimo de informática, sino que es mucho más que eso. Hoy el campo está totalmente tecnificado: la siembra directa es una muestra de ello y también la modificación genética que, comparada con los cruzamientos de semillas que se hacían antes, representa un salto fundamental. Estos avances producen mayor valor, aumentan la productividad y la competitividad. La Argentina tiene que dedicarse a exportar granos, obviamente, ero eso no quiere decir dejar de poner valor agregado. Aún productos primarios como los cereales y el cuero tienen tecnología. Por ejemplo, se estan desarrollando cueros exóticos, de lagarto y de peces, que andan muy bien. Hay una PyME del calzado que desarrolló unos zapatos notables con cuero de pez. Este es un ejemplo de transferencia tecnológica. ¿En qué sectores productivos o en qué tecnologías tiene el país mejores perspectivas a futuro?. En los siguientes: maquinaria agrícola, software y servicios informáticos, madera y muebles, cuero y sus manufacturas, textiles e indumentaria, gas vehicular, industrias de base cultural, biotecnología, materiales, telecomunicaciones y naval. Son industrias estratégicas en las que tenemos buenas perspectivas. La tecnología no solo reduce costos sino que también aumenta la calidad. Techint, por ejemplo, se vio obligada a automatizar su planta de caños sin costura porque sólo con el proceso automático se pueden lograr los estándares de calidad que exigen los mercados internacionales. No lo hizo para ahorrarse sueldos de operarios o tener menos gente sindicalizada, lo hizo para poder competir. No se puede competir sin innovar. En el mundo de hoy es difícil competir por precio. Somos un país muy chico y vienen los chinos, que son millones y hacen todo más barato; o cambian las reglas en un país competidor, consiguen más subsidios y apoyos del Estado, y la ventaja se terminó. Competir por precio es muy peligroso. Tenemos que competir por calidad, diseño e innovación. No queda otra que agregar valor. Las PyMEs son un buen ejemplo. Sus exportaciones tienen mayor valor agregado que las de grandes empresas. Es que no les queda otra. Una multinacional puede perder dinero en un país, pero las empresas más chicas no pueden darse ese lujo. En general son las empresas las que protagonizan la innovación. Pero el Estado no se desentiende. LA INVERSIÓN TECNOLÓGICA NO PUEDE QUEDAR LIBRADA A LAS LEYES DEL MERCADO. Eso no ocurre ni siquiera en Estados Unidos, que son los reyes de la libre-empresa. El Estado debe ocuparse sobre todo de la investigación básica, donde hay mayores riesgos de costos y de tiempos. Y a medida que nos vamos acercando al producto, la investigación aplicada la tiene que hacer la empresa.

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