sábado, 24 de diciembre de 2005

Reconversión de exportaciones

La Argentina tendrá este año un récord exportador. Se estiman exportaciones por aproximadamente 40.500 millones dolares, un aumento de casi el 17% respecto al año 2004. Pero un análisis pormenorizado de los rubros que componen las exportaciones arroja conclusiones alarmantes. Si bien las exportaciones han aumentado su composición ha variado muy poco EN LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS. En la canasta de exportaciones argentinas los productos primarios y las manufacturas de origen agropecuario aún representan más del 50% del total (aproximadamente 20.500 millones de dólares). Pero estos productos que nosotros producimos las grandes potencias economicas como EEUU, Japón y la Uniòn Europea NO LOS QUIEREN COMPRAR. Prefieren proteger su producción agropecuaria y producir para ellos más caro que comprarnos a nosotros más baratos. ¿Entienden porque estamos tan mal? No es que seamos corruptos o inmorales, es que no tenemos mercados en donde poner nuestra producción. Así de simple. Ese es el “libre comercio” que practican los poderosos. Sin duda el crecimiento económico mundial aumenta la demanda por alimentos, pero el proteccionismo de los países más ricos y la sustitución de importaciones promovidas por los países más pobres auguran que nuestras exportaciones agropecuarias seguirán expuestas por muchos años a las influencias adversas de precios internacionales volátiles y a medidas proteccionistas discrecionales. Sufrimos esto desde hace muchos años, pero a nadie en este país se le ocurrió predicar que si no podemos vender mas de lo que tenemos, hay que tratar de producir algo distinto a lo que producimos y que podamos vender mucho. Es decir, hacer lo mismo que los asiáticos: producir tecnología. Respecto a las manufacturas de origen industrial, que representan 30% de las exportaciones (12.500 millones de dólares), en general son commodities industriales (acero, aluminio, químicos, etc.) con bajo valor agregado o son realizadas en el marco de acuerdos de comercio administrado —por ejemplo, el comercio automotor— lo que limita su potencial de crecimiento y su capacidad de fijación de precios. Finalmente exportamos energía y combustible por 7.000 millones de dólares, casi el 18% de las exportaciones totales. La falta de inversiones durante los últimos años y las distorsiones tarifarias acumuladas ya han producido una caída en el volumen de gas exportado (por ahora compensado en las estadísticas por el aumento de precios) y, a partir del año 2007, probablemente dejemos de enviar petróleo para convertirnos en un importador neto. La Argentina encerrada en un marco de viejas ideas y eternas confrontaciones ideológicas ya rancias no ha sabido, durante las últimas décadas, crear un sector exportador con alto potencial de crecimiento. Otros países como Italia, España, Corea y ahora China supieron aprovechar las extraordinarias oportunidades que ofrecía el comercio internacional para diversificar sus exportaciones. Nosotros seguimos exportando, con algunas notables excepciones (la minería), la misma gama de commodities del pasado. Es increíble la poca imaginación que tenemos en cuestiones comerciales, estamos como dormidos, inertes, atrapados por la apatía. Casi no enviamos al exterior productos de "marca" o diferenciados, donde la demanda internacional crece rápidamente y donde nuestros exportadores tendrían algún grado de control en la fijación de los precios. La crisis económica del 2001 generó precios muy favorables para los sectores exportadores (un dólar alto). Los resultados se han reflejado en aumentos sustanciales en los volúmenes y en la incorporación de nuevos mercados para nuestras exportaciones tradicionales. Pero la canasta de productos apenas se modificó. La falta de diversificación de nuestras ventas al exterior está íntimamente ligada al típico menosprecio argentino por la industria y los empresarios. La Argentina es un país semiestancado en donde los empresarios moviéndose en un ambiente hostil se concentran en un horizonte de corto plazo, son renuentes a lanzar nuevos productos, a modernizar sus actividades, a entrenar su personal, a invertir en actividades de investigación, todas estas actividades necesarias para diversificar el perfil exportador necesitan de la confianza de toda la población, del gobierno y de los formadores de opinión. La diversificación de nuestra canasta exportadora hacia una gama de productos con mayor valor agregado es un requisito indispensable para consolidar un proceso de progreso económico. Si no lo hacemos volverá nuestra crisis recurrente (que llega cada diez años mas o menos) y nos tumbarà de nuevo. Pasar del mundo de los commodities al mundo de las especializaciones y las marcas requerirá cambios importantes en la cultura empresaria que deberá fortalecer los controles de calidad, el diseño, la presentación de los productos, la búsqueda de nuevos mercados y la innovación tecnológica. El desarrollo de un empresariado más innovador requiere, además de estabilidad económica, la creación de un aparato estatal bien organizado y una estructura impositiva que favorezca la producción. Sólo así podremos vivir en una Argentina progresista que deje de exportar alambre, aluminio o papel, y en su lugar exporte productos con agregado tecnologico que podamos vender a buen precio en el mercado internacional.

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