domingo, 18 de diciembre de 2005

Los falsos dilemas

Hoy el país está liderando el cambio tecnológico mundial en el campo y nuestros técnicos son solicitados en Europa para explicar cómo se produjo la revolución agraria. Hoy la Argentina pesa en la formación de precios de cereales y oleaginosas. Es el primer exportador mundial de harina y aceite de soja y de lino, el segundo en maíz y el tercero en trigo. La costa del Paraná en Santa Fe y Buenos Aires es un emporio industrial agroalimentario. Trabajos realizados por equipos multidisciplinarios de productores, técnicos agropecuarios y economista nos están diciendo que el ingreso anual de divisas por este rubro, al incentivarse aún más la tecnología industrial de este rubro, puede triplicarse en relativamente corto plazo y llegar a los 45 mil millones de dólares anuales. Al ser el agro un factor multiplicador de gran potencialidad, como lo está demostrando a partir de 2003, reclama obras de infraestructuras, reinstala y radica industrias de maquinaria agrícola, promueve la industrialización de alimentos y suma valor agregado a la materia prima original, incita a reactivar el transporte vial y ferroviario, aumenta la incorporación de insumos de todo tipo, provenientes de la química, petroquímica, siderurgia, cemento, metalmecánica, informática, comunicaciones y numerosos otros rubros. Esta nueva realidad es una plataforma de lanzamiento, una base de sustentación real y valiosa para recuperar las décadas perdidas. No lloremos el pasado, lancémonos a la conquista del porvenir. Debemos prepararnos para eso. Para lo cual es necesario no caer en la trampa de las opciones forzadas. Nosotros no tenemos que elegir entre el pan y la ciencia, hace veinte años cuando los finlandeses tuvieron que hacer frente a una situación de deterioro, si lo tuvieron que hacer y optaron por apostar al conocimiento y a la innovación. La Argentina no necesita optar. El pan colma sus canastas, la ciencia solamente está a la espera de una política de Estado que sepa aprovechar sus cuadros humanos de reconocido talento y sepa encolumnarlos adecuadamente. No estamos frente al dilema de Nehru de 1957 ni al reciente de los finlandeses. Pero debemos incorporar la ciencia a las materias primas, a la produccion agricolas y a la agroindustria, hay que acabar con la creencia que lo uno impide lo otro, los recursos naturales no impiden el desarrollo industrial. Podemos ser mas que la India, mas que Finlandia, podemos serlo todo y no somos nada solo porque hemos creido siempre en falsos dilemas, en opciones que solo existen en la imaginación.

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