jueves, 8 de diciembre de 2005

La larga guerra civil

En 1810, se inicio una guerra civil con el derrocamiento y posterior asesinato de Moreno y extendida hasta 1870 con las últimas sublevaciones de Felipe Varela y López Jordán, que fue una pugna feroz entre los dos proyectos emergentes de nación. Uno, federal, proteccionista, autosuficiente, encarnado en el Plan de Operaciones de Moreno, llevado adelante por Castelli, Belgrano, San Martín, Monteagudo, Artigas, Güemes, Quiroga, López, Bustos, Dorrego y los mejores momentos de Rosas. El otro, el proyecto de ser colonia británica, factoría comercial con cabeza en el puerto de Buenos Aires, con el interior como colonia de Buenos Aires, el puerto como almacén de la industria británica. Este último fue el Proyecto que triunfó. Pero su triunfo no es ajeno a que el mismo contaba con el apoyo inacabable e implacable del Imperio Británico y su partido porteño. Si en lugar de solo pretender ser una granja dependiente de Gran Bretaña hubiéramos seguido el ejemplo de los norteamericanos que después de su guerra civil, buscaron convertirse en una potencia industrial y financiera, otra hubiera sido la historia. El llamado progreso liberal tiene dos caras: es progresista en cuanto necesita la inmigración, el puerto, el ferrocarril, la vivienda, el Código Civil, el alambrado, el refinamiento de las haciendas, la paz interior, en fin todos los elementos que contribuyen al desarrollo de una producción agropecuaria barata como suministro colonial. Pero es antiprogresista en cuanto impide el desarrollo de la producción industrial propia, el manejo nacional, aun de esa misma producción agropecuaria, de los medios de transporte y comercialización. En EEUU, el Norte necesitaba las materias primas que el Sur exportaba a Gran Bretaña, el merca do, las tierras y a los esclavos como consumidores para expandir su industria y consolidar su capital financiero. El Norte derrotó al Sur, liberó a los esclavos -sin darles derechos políticos- los transformó en granjeros o asalariados, es decir en consumidores, y CERRÓ LAS FRONTERAS ECONÓMICAS DE EE.UU., hasta 1945, lanzándose a una expansión en todas direcciones, concentrando todos sus esfuerzos en UNA INDUSTRIALIZACIÓN A RAJATABLA, generando y utilizando su propio capital financiero, sin permitir que la especulación del capital británico penetrara en sus fronteras sin su control, construyendo su gran nación. En nuestro país por el contrario, con Saavedra y el Deán Funes primero, con Rivadavia y Alvear luego, pero principalmente con Mitre, Sarmiento y Roca, al final ganó el ‘Sur’. Ganaron los intereses que defendían la factoría británica. Cuando uno mira a la Argentina actual, puede llegar a representarse como hubieran sido los EE..UU., si la guerra de secesión la hubiera ganado el Sur.

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