miércoles, 28 de diciembre de 2005

Balance argentino 2005

En la economía argentina, el balance de 2005 es ampliamente positivo: el Producto Interno Bruto (PIB) creció al 9% por tercer año consecutivo; la desocupación bajó del 23% en 2002 al 10% en 2005; se mantienen fuertes excedentes fiscales y de comercio exterior; se intensificó la reindustrialización; se reestructuró gran parte de la deuda pública, obteniendo una fuerte quita y mayores plazos. La Argentina, además, se emancipó de las condicionalidades que impone el Fondo Monetario Internacional sobre la política económica de los países deudores. Los resultados obtenidos no son provocados por el azar ni por la coyuntura internacional, SINO POR LA POLÍTICA ECONÓMICA APLICADA. Se abandonó el modelo de especulación financiera y endeudamiento creciente, que con interrupciones venía rigiendo desde 1976. La catastrófica caída de la convertibilidad marca el punto de inflexión. En la política cambiaria, se fijó un tipo de cambio conveniente para la producción nacional y para la exportaciones. Era inaceptable la subvención a las importaciones que implicaba el anterior tipo de cambio (así se destruyó el aparato industrial argentino). Esta sola medida provocó un aumento importante del producto y la inversión agrícolas e industriales. En lo monetario, se remonetizó y pesificó la economía, eliminando la monedas regionales y reduciendo la incidencia del dólar. En lo fiscal, se fue recomponiendo paulatinamente el gasto público primario, pese a lo cual se lograron superávit fiscales sin precedentes. Se abandonó la política antiinflacionaria neoliberal, que actúa sobre la demanda (provocando recesión), y se concentró sobre la oferta. No se revaluó el peso, ni se subió la tasa de interés ni se frenó la obra pública, sino que se estimularon aumentos de la producción y se castigaron prácticas monopólicas y abusos de posición dominante. De tal modo, se fue instrumentando una política económica orientada a alentar la producción y el mercado interno. Estos resultados excedieron ampliamente muchos de los pronósticos de fines de 2004, cuando primaban la idea de la terminación de la “recuperación” económica. Muchos anticipaban entonces que se agotaría la capacidad instalada, que el aumento de las importaciones acabaría con el excedente en cuenta corriente, que el crecimiento económico sería menos creador de empleos, y que el gasto público comprimiría el superávit fiscal. El rápido aumento de la inversión, de las exportaciones (incluyendo las industriales), de la recaudación tributaria y el empleo, ha mostrado que LA CAPACIDAD DE CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA PUEDE AUMENTAR CON EL CRECIMIENTO MISMO, si éste último está bien orientado por los precios relativos y por un aumento de la demanda interna. Si se compara la situación actual con la de 2002, la recuperación ha sido asombrosa. No obstante, quedan asignaturas pendientes: la pobreza descendió del 54 al 38%, pero aún es alta.

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