domingo, 16 de octubre de 2005

Argentina-Australia

Tanto en Australia como en la Argentina se gozaba, desde principios del siglo XX, de un elevado nivel de vida debido a que poseían amplios recursos naturales. Pero a finales de este siglo Australia figuraba entre los países desarrollados con un PBI per cápita de u$s 20.000 cuando en la Argentina era de menos de u$s 8.000. Desde la última parte del siglo XIX hasta la década de los años ‘30 del siguiente la economía argentina se caracterizó por una baja protección aduanera respecto de la mayor parte de los bienes. La abundancia de recursos naturales susceptibles de ser colocados a buen precio en el exterior PERMITIÓ PAGAR HOLGADAMENTE POR LAS IMPORTACIONES. Ya antes de la segunda guerra mundial comienzan a perfilarse en la Argentina problemas que aconsejaban tomar medidas correctoras, como diversificar las ventas al exterior y sustituir importaciones. Para entonces el propósito del arancel aduanero era apenas fiscal cuando otros países que por aquellos años tenían una economía de parecido tipo, como Canadá , USARON LA PROTECCIÓN COMO HERRAMIENTA PARA INICIAR EL DESARROLLO INDUSTRIAL. Pero en la Argentina de aquellos años se debatía largamente sobre si convenía, o si era posible, insistir en el esquema liberal o si había llegado el momento de variar de política. (Ese debate todavía hoy continua). Entre los enrolados en la causa del libre comercio estaban los dueños de la tierra, que no veían con buenos ojos un proteccionismo industrial que los obligara a pagar más por los bienes que consumían o utilizaban en sus labores agrícolas. Sumados al punto de vista librecambista estaban políticos y pensadores del socialismo de esos años. Esta coincidencia era el resultado de la defensa que éstos hacían del nivel de vida de los asalariados, ya que entendían que de una alta protección aduanera resultaría un encarecimiento de los bienes de consumo, o sea una baja del salario real. Frente a esta conjunción en favor del comercio libre había otra alianza que abogaba por más protección formada, de un lado, por los intereses agrupados en la Unión Industrial Argentina y del otro por un grupo de estudiosos liderados Bunge. El punto de vista compartido tenía que ver con la necesidad de limitar el libre comercio apoyando el desarrollo de más establecimientos industriales. Bunge creía que la etapa de crecimiento del país a partir de la producción de granos y carnes vacunas para la exportación estaba llegando a su fin. Por ello propiciaba la industrialización de las materias primas locales. En las primeras dos décadas del siglo XX tuvo lugar en Australia un debilitamiento del poder terrateniente a lo que se sumó la acción del movimiento sindical y a la presencia del Partido Laborista. Estas circunstancias permitieron SUPERAR LA OPOSICIÓN TERRATENIENTE A LA PROTECCIÓN A LA INDUSTRIA. Por otra parte en Australia la geografía que jugó un fuerte papel determinante del proteccionismo. El océano era la primera gran barrera comercial por el tiempo que insumían las manufacturas en llegar por barco desde Gran Bretaña, a lo que sumaba lo costoso que resultaba transportarlas dentro de tan inmenso país. Luego de que las colonias australianas se independizaron en 1901 EL PROTECCIONISMO FUE INSTAURADO POR LEY NO SOLO EN LA INDUSTRIA SINO TAMBIÉN PARA LOS BANCOS, EL TRANSPORTE, LAS TELECOMUNICACIONES Y EN CASI TODOS LOS DEMÁS SERVICIOS. En cambio, en la Argentina los partidos políticos radical y socialista que luchaban, como en Australia, por la obtención de niveles de vida más altos fueron contrarios a las medidas proteccionistas que podían contribuir al desarrollo industrial del país ya que aquellas implicaban precios más elevados y, por lo tanto, una rebaja en el salario real. El Partido Socialista de la Argentina se opuso resueltamente a dos tipos de medidas: la devaluación del peso argentino y cualquier intento de elevar las tarifas aduaneras. La fuerza de trabajo ocupada en Australia por la actividad manufacturera había superado en 1930 a la dedicada a la producción primaria y existían poderosos intereses de la industria. NADA DE ELLO HABÍA SUCEDIDO EN LA ARGENTINA, PUES LA INDUSTRIA IMPROVISADA DURANTE LA GUERRA DE 1914 HABÍA SIDO ABANDONADA A SU SUERTE. En 1930 se inicia una crisis mundial de una profundidad hasta entonces nunca vista. El primer síntoma claro de lo inusitado del fenómeno fue el vertiginoso descenso que experimentaron los precios de los granos de 1930: el trigo bajó en un 45%, el maíz en el 44% y el lino en el 49%. Luego sucedió lo mismo con las carnes vacunas. Su primer efecto para la economía argentina fue el de reducir las importaciones. La crisis también afectó a Australia, pero menos que a la Argentina gracias a su pertenencia al “Commonwealth”. En Argentina, después de retardar por décadas la medida, en el año 1931, fue aumentando el arancel con una tasa general del 10% y se devaluó la moneda para forzar el proceso de sustitución de importaciones. La industrialización argentina se inicia realmente como contragolpe del colapso del comercio internacional a raíz de la crisis de 1930. Nadie compraba lo que producíamos, y aunque hubieran habido industrias no hubieran podido exportar porque todos estaban protegiendo. Resultado: había que practicar una política de ISI, a ritmo galopante y a cualquier costo. La depresión había puesto en evidencia la vulnerabilidad del sector externo argentino señalando la necesidad de poner un mayor énfasis en la sustitución de importaciones. Entre las políticas económicas implementadas en el país luego de la segunda guerra mundial hubo algunas acertadas y otras no. Estando del lado de los aciertos la adopción de una de sustitución de importaciones que las nuevas circunstancias hacía tiempo venían reclamando, pero también a tres gruesos errores: el EXCESIVO PROTECCIONISMO (fíjense que de no hacer nada pasamos a lo excesivo) que caracterizó esa política, una inflación persistente y, finalmente, LA APLICACIÓN DE IMPUESTOS (RETENCIONES) A LA EXPORTACIÓN DE PRODUCTOS DEL AGRO. Ya una década antes de la segunda guerra mundial aparecía con toda claridad la necesidad de abandonar un esquema de comercio exterior basado en un bajo arancel de importaciones que permitía el ingreso de todo tipo de bienes, que hasta aquella época podían ser holgadamente pagados con las divisas que se lograban exportando productos agropecuarios. Estaba en claro la necesidad de estimular el desarrollo de la industria de sustitución de importaciones. Lo malo fue que se atendió únicamente este último objetivo, que SE LO HIZO SIN CUIDAR LA EFICIENCIA Y COMPETITIVIDAD y que no se prestó atención a la necesidad de ampliar las ventas al exterior. Lo que debió ser gradual, moderado, planificado, lento y equilibrado se hizo bruscamente y de manera brutal. ¡Típico de argentinos!. La recesión global de los años ‘30 y las políticas proteccionistas de las naciones industrializadas iniciadas con la suba de aranceles de importación aprobada en EE.UU debilitaron la demanda de materias primas, principal fuente de ingreso de divisas para América Latina. En la Argentina a partir del año 1945 se instauró una política de sustitución de importaciones, pero CON UNA EXAGERADA PROTECCIÓN RESPECTO DE LA COMPETENCIA EXTRANJERA. Cada vez que la industria nacional iniciaba la fabricación de algo el Banco Central negaba, desde ese momento, el otorgamiento de divisas para su importación, de modo que LA PROTECCIÓN PASÓ A SER INFINITA. La comodidad de acceder al mercado interno sin ninguna competencia exterior le confirió a las industrias en desarrollo características como la de prestar poca atención a bajar los costos; a no insistir en el incremento de la productividad laboral; a equiparse con maquinarias usadas u obsoletas; y a impulsar una excesiva dispersión en la gama de los productos a elaborar. Lo hicimos mal y es lógico que nos fuera mal. El nuevo gobierno instaurado en el año 1945 dictó medidas que determinaron la transferencia de ingresos del agro a la naciente industria. En cambio, para fines de los años ‘60 en Australia se cuestionaba seriamente el costo de la protección. En 1973 se resolvió una baja generalizada de los aranceles de importación del 25%. Mientras tanto en la Argentina para los mismos años de la década de los ‘70 el arancel promedio era del 49% o sea que SE INSISTÍA EN MANTENER LA ECONOMÍA CERRADA. Lo que se hizo en la Argentina después de la guerra fue precisamente sacrificar la producción agropecuaria en procura del desarrollo industrial. Esta transferencia de ingresos del sector rural al urbano quitó todo incentivo a los agricultores para invertir. Una de las diferencias básicas entre ambos países en la política de sustitución de importaciones fue el tratamiento del sector rural. AUSTRALIA NUNCA PERDIÓ DE VISTA EL SECTOR RURAL. En efecto, la política oficial de Australia favoreció, luego de la segunda guerra mundial una rápida industrialización, pero hacia el año 1951 SE ENTENDIÓ EL PELIGRO QUE ENTRAÑABAN LOS EXCESOS Y SE PASÓ A PRESTAR TAMBIEN ATENCIÓN A LA PRODUCCIÓN AGRARIA. De este modo, de concentrar la atención solo en el desarrollo industrial se pasó a hacerlo con un doble objetivo: el agro y la industria. Esta fue una decisión económicamente correcta ya que implicó reconocer que la expansión industrial en esta etapa de su desarrollo económico dependía de que los ingresos provenientes de las exportaciones de materias primas fueran suficientes para pagar las compras en el exterior de los equipos y materiales necesarios. Los argentinos somos incapaces de ser moderados, pasamos de un extremo a otro, con brutalidad, destrozando todo a cada paso. Cuando estas cosas hay que hacerlas lentamente, gradualmente, moderadamente. La protección industrial que debió comentar lenta y gradualmente, debio ir disminuyen luego también lenta y gradualmente, dejando detrás de si una industria fuerte y competitiva. Australia no cayó en el error de la Argentina de quitar recursos al agro para transferirlos al sector manufacturero y, en cambio favoreció al agro con exenciones impositivas, subsidios a los combustibles y fertilizantes así como con eficientes prestaciones de servicios de investigación destinadas a asesorar a los productores sobre la variedad de semillas a usar, las técnicas de plantación y recolección o en la conservación de la fertilidad de los suelos. La aplicación de impuestos a la exportación fue otro error de la política iniciada luego de la segunda guerra mundial en nuestro país. Australia empezó a bajar los aranceles aduaneros, primero a 17 %, después a 14 % hasta llegar a 5 %. Pero la apertura no fue total porque quedaron algunos sectores especialmente protegidos como los automóviles, los textiles, la vestimenta, el calzado y mediante duras exigencias sanitarias y fitosanitarias para la producción agropecuaria. Cuando nosotros abrimos las importaciones los hicimos brutalmente, dejamos que destruyeran toda la industria local. Dejamos de proteger de la misma manera como los comenzamos a hacer: a lo bruto. La perenne controversia entre libre cambistas y proteccionistas tampoco ha tocado a su fin en Australia. En Australia hoy muchos que creen que el gobierno ha expuesto a la industria a la competencia internacional sin antes concluir las reformas laborales y la red de transportes, aspectos que le darían la posibilidad de competir. El resultado ha sido, como en Argentina, una dramática pérdida de puestos de trabajo. Hoy en Australia se piensa que se debe lograr una transición desde una vieja economía basada en recursos naturales, hacia otra impulsada por nuevas tecnologías, como la informática. Para el año 2000 las exportaciones de la Argentina de materias primas alcanzaron al 69% del total en tanto que las de Australia llegaban al 65%. Que la estructura de exportaciones de Australia no corresponde a la de un país desarrollado se confirma por el hecho de que de entre los 15 países del mundo que para el año 1999 la superaban en el PBI per cápita, solo Noruega exporta una proporción tan baja de manufacturas. En este caso las ventas al exterior de Australia de productos industrializados fue del 29% en tanto que Noruega, un país con poca población y una gran producción de petróleo, lo hace por el 30%. De los restantes catorce todos venden al exterior manufacturas en una proporción superior al 80% de sus ventas totales . Australia tiene la necesidad, por tanto, (como también la tiene la Argentina), DE INCLUIR MÁS MANUFACTURAS ENTRE LAS EXPORTACIONES. En Australia se piensa y trabaja para superar una estructura productiva basada fundamentalmente en las materias primas mediante una mayor educación tecnológica, la expansión de la informática, de la biotecnología, del uso de nuevos materiales y de la venta de más servicios. NO OCURRE LO MISMO EN LA ARGENTINA. Por eso Australia es y seguirá siendo mas rica que nosotros.

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