miércoles, 28 de septiembre de 2005

La Argentina lo hizo

Hasta no hace mucho, el Fondo era la entidad financiera más poderosa del mundo. Con millonarios préstamos, impuso duras condiciones a los países que solicitaron créditos. Sin embargo, desde que Kirchner y Lavagna se negaron a pagar, la fuerza del organismo cambió radicalmente. Cuando las crisis financieras y económicas azotaron a Asia del Este en 1997, fue el organismo multilateral quien impuso las dolorosas condiciones que los gobiernos estaban obligados a cumplir para poder acceder a más de 120 mil millones de dólares en fondos extranjeros. Cuando el contagio financiero golpeó a Rusia y Brasil, el FMI coordinó los préstamos por miles de millones de dólares destinados a mantener en pie a las desvalorizadas monedas al borde del colapso. Después de su experiencia de pesadilla con el fondo entre 1997 y 1998, los países asiáticos empezaron a acumular enormes reservas de moneda extranjera, en parte para evitar tener que ir a rogar al FMI de nuevo. Pero el último golpe lo propinó la Argentina. Argentina sufrió una terrible depresión de cuatro años de duración que comenzó en 1998. El Fondo receptó la misma medicina errónea que le receta a todos los países pobres para una crisis: altas tasas de interés, un ajuste presupuestario y mantener el amarre insostenible de la moneda al dólar estadounidense. En diciembre de2001, el Gobierno optó por no pagar 100 mil millones de dólares de su deuda, la morosidad soberana más alta en la historia del mundo. La moneda y el sistema bancario se hundieron en una depresión aún más profunda, pero esta situación sólo duró unos tres meses más. Luego, para la sorpresa de prácticamente todos, la economía comenzó a recuperarse. Y CONTINUÓ SIN AYUDA DEL FMI. De hecho, lo opuesto ocurrió: en 2002, el fondo y otros acreedores oficiales (incluido el Banco Mundial) sacaron 4.100 mil millones de dólares netos, más de un 4 % del Producto Interno Bruto, fuera del país. Pero el gobierno fue capaz de elaborar su propia agenda económica, rechazando las demandas del FMI de subir las tasas de interés, apretar aún más el presupuesto e incrementar los precios de los servicios públicos. Argentina adoptó una línea dura con los acreedores extranjeros a quienes les debía dinero a pesar de las reiteradas amenazas del fondo. En septiembre 2003, Argentina hizo lo impensable: DECIDIÓ NO PAGAR SU DEUDA AL FMI HASTA QUE ÉSTE SE VIO OBLIGADO A CEDER. El resultado fue una recuperación rápida y sólida, con un impresionante crecimiento en el PIB de 8,8% y 9% en 2003 y 2004, respectivamente. Con proyecciones de un crecimiento de un 7,3% para 2005, Argentina sigue siendo la economía con el crecimiento más rápido de la región. Con anterioridad al episodio con Argentina, sólo los países fracasados o parias con nada que perder, como el Congo o Irak, habían dejado deudas impagas ante el FMI. Esto se debe al poder que ostenta la entidad internacional de cortar su propio crédito además de la mayoría de los préstamos provenientes del Banco Mundial, otros prestamistas multilaterales, gobiernos ricos y gran parte del sector privado. Esta ha sido el secreto de la enorme influencia que el FMI ha ejercido sobre las políticas económicas de los países en desarrollo. De hecho, constituía un cartel de acreedores encabezados por el fondo, el cual rinde cuentas primordialmente al Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Sin embargo, Argentina mostró que un país puede hacerle frente al FMI y, además, no sólo sobrevivió el hecho, sino que pudo iniciar una sólida recuperación económica. ESTO CAMBIÓ EL MUNDO. La influencia del FMI influencia en los países de ingresos medianos cayó en picada. Actualmente, el fondo es una sombra de lo que alguna vez fue. La Argentina lo hizo.

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