sábado, 24 de septiembre de 2005

Caso Chileno: evidencias empíricas

El modelo neolibral chileno pese a los éxitos relativos ya obtenidos no se ha producido hasta la fecha el anhelado salto cualitativo hacia la
producción intensiva en tecnología, know-how y creación de valor agregado.
Si bien es cierto que se ha conseguido diversificar los potenciales
exportadores basados en recursos naturales y perfeccionarlos cualitativamente,
también es cierto que NO SE HA LOGRADO EL PASO HACIA LA INDUSTRIALIZACIÓN,
a una mayor creación de valor agregado o, menos aún, a una producción intensiva en know-how. Las ventajas competitivas existentes se concentran en segmentos del mercado mundial que están sometidos a FUERTES FLUCTUACIONES DE PRECIOS y a una implacable competencia para excluir del mercado de los demás. Ni siquiera la industria del mueble, una industria de mediana complejidad que hubiera podido apoyarse en los magníficos recursos forestales y madereros ha logrado alcanzar volúmenes de exportación dignos de mención. Chile, un país maderero por excelencia, ha modernizado su sector forestal en medida considerable, pero lo que exporta en lo sustancial es MADERA EN BRUTO MUY POCO PROCESADA. En este sentido, Chile puede servir de "modelo de desarrollo intensivo EN RECURSOS NATURALES" pero no de modelo de procesos de industrialización tardía. La estructura de empresas, muy heterogénea, refleja la fragilidad de la base productiva. Aunque ha aumentado grandemente el número de empresas exportadoras, sólo 7000 empresas grandes y medianas de las 525.000 existentes. se pueden catalogar de modernas y aptas para el mercado mundial. Quiere decir que la vasta ofensiva exportadora no ha puesto en marcha todavía ningún proceso modernizador de impacto general y, en vista de LA ESCASA PROFUNDIDAD DE FABRICACIÓN DE LA PRODUCCIÓN EXPORTABLE, sigue siendo débil el potencial capaz de hacer surgir redes de PYMEs proveedoras en torno al sector de la exportación. En Chile la productividad del trabajo continúa siendo baja. En 1994, el P.I.B. / hora era de 3,40 US$ en la industria chilena, de 30 US$ en los países industrializados y de 10-15 US$ en los países asiáticos en vías de industrialización. Esa productividad relativamente débil refleja LA ESCASEZ DE INVERSIONES EN LA CALIFICACIÓN DE LOS RECURSOS HUMANOS Y UNA COMPETENCIA TECNOLÓGICA NACIONAL DE PERFIL AÚN BAJO. Si bien el empresariado fue el motor decisivo de la modernización en la fase del desarrollo intensivo en recursos naturales, los poderosos grupos empresariales organizados se convirtieron a continuación EN OBSTÁCULOS A LA TRANSICIÓN HACIA LA VÍA DEL DESARROLLO IMPULSADO POR LA TECNOLOGÍA. Para cambiar esta situación seria necesario la estrecha cooperación entre las empresas, el Estado, el sector científico y los trabajadores, implicara ABUNDANTES INVERSIONES PÚBLICAS Y PRIVADAS EN INNOVACIÓN, TECNOLOGÍA Y CUALIFICACIÓN. En Chile falta masa crítica en materia de inversiones para desarrollar capacidad tecnológica. Ya sabemos que el modelo neoliberal no se ocupa de estas cuestiones. La insuficiente capacidad de gestión y control del Estado, la carencia de estructuras horizontales en la elaboración de la política así como la exacerbación del principio del provecho propio impiden llevar adelante orientaciones largoplacistas en la política chilenas. Que lejos esta Chile de llegar a producir empresas de alta tecnología como las que pululan en Japón, en Korea, en China, en Taiwán, en Malasia, en Singapur, que lejos.

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