sábado, 23 de julio de 2005

Liberales, ¡basta de mentiras!

Somos esclavos de tres MENTIRAS, con las cuales siempre no han engañado los liberales. Primero, Argentina no tiene ahorro interno suficiente para financiar su crecimiento. Segundo, las inversiones extranjeras son la principal fuente de la acumulación de capital. Tercero, los inversores son “benefactores” del país y deben contar con estímulos especiales para hacer el sacrificio de radicarse en nuestro medio. Las tres conclusiones no reflejan la realidad de los hechos. Veamos. El problema con el ahorro argentino fue la ausencia de condiciones de rentabilidad que lo retuvieran en el circuito productivo interno. El ahorro argentino, en un contexto de fortalecimiento de la competitividad de la producción nacional, puede alcanzar a corto plazo alrededor del 25% del producto bruto interno, tasa suficiente para permitir un ritmo de desarrollo superior al 5% anual. Obsérvese que, con las políticas fundadas en aquellos falsos supuestos, el ahorro argentino se fugó mientras se vendían los principales activos y la deuda aumentaba hasta el límite de la insolvencia. Existe actualmente tanto dinero de residentes argentinos en el exterior como capital extranjero ingresó en el desenfrenado proceso de privatizaciones, extranjerización y endeudamiento de la década de 1990. El resultado fue la reducción de la tasa de capitalización (inversión/PBI), que alcanzó su punto mínimo, a principios de 2002, con el 12%. Aun en los momentos de auge de la convertibilidad y la entrada de créditos e inversiones privadas directas extranjeras, nunca recuperó la registrada durante el denostado período de la industrialización sustitutiva de importaciones o de la industrialización inconclusa. Respecto de la participación de las inversiones privadas directas de las corporaciones transnacionales en la acumulación de capital, el promedio mundial es inferior al 15%. Esto indica que EL AHORRO INTERNO DE LOS PAÍSES APORTA MÁS DEL 85% DE LA INVERSIONES PRODUCTIVAS. La inversión extranjera cumple un papel complementario a la acumulación de capital sustentada fundamentalmente en los recursos propios. Es la experiencia histórica de los países exitosos y, actualmente, la de los de más rápido desarrollo, como China, Taiwán, Corea y Malasia. La inmensa magnitud de los capitales de corto plazo que circulan por los mercados financieros son en un 95% de carácter especulativo y no contribuyen al financiamiento de la inversión productiva. Nosotros quedamos atrapados en la burbuja especulativa por la desregulación indiscriminada impuesta por la estrategia neoliberal y así nos fue. Se produjo la peor crisis de la historia económica del país y terminamos en default. Hay que controlar los capitales especulativos y nuevamente los liberales (esos eternos traidores) no dicen que esos controles desalientas la inversión. Por el contrario, contribuyen a fortalecer la gobernabilidad de la economía y la previsibilidad y, por lo tanto, el ambiente favorable a las inversiones productivas. Y para terminar, en cuanto a la motivación de los inversores extranjeros no es la beneficencia sino la utilidad. Y está bien que así sea. El motivo de beneficio es el motor del capitalismo y ES EL ESTADO EL QUE EL QUE DEBE FIJAR LOS MARCOS REGULATORIOS necesarios para mantener el orden social. Los inversores no necesitan tratamiento especial o preferencial para hacer negocios. Lo necesario es que la economía crezca y existan espacios de rentabilidad fundados sobre la competitividad de la producción.

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