martes, 7 de diciembre de 2004

PREDICCIONES

Bush ha arruinado el presupuesto de EEUU. Y ahora, alentado por su reelección, esta preparando una profundización mayor del caos fiscal. Tradicionalmente, el Partido Republicano prefería presupuestos equilibrados. Esto cambió con Reagan, cuando los republicanos conservadores favorecieron las rebajas de impuestos, incluso a costa del surgimiento de grandes déficits presupuestarios. Reagan le dijo al pueblo yanqui que podría disfrutar de rebajas de impuestos, un incremento militar y la continuación de sus programas de gasto, todo al mismo tiempo. No es de sorprender que el resultado fuera una serie de vastos déficits presupuestarios que tomó años reparar. Bush padre y Bill Clinton tuvieron que aumentar los impuestos para arreglar el caos de la era Reagan. Entonces vino Bush Jr. a jugar nuevamente el papel que Reagan jugó: grandes rebajas de impuestos, un gran aumento del gasto militar y expansión de losprogramas de gasto. ¿Por qué a los republicanos les preocupa tan poco todo este caos presupuestario? A algunos republicanos les importa más el que se rebajen los impuestos de los ricos que casi cualquier otra cosa. Otros creen que los déficits obligarán a hacer importantes cortes en el gasto interno de gobierno, reduciendo de este modo el tamaño del estado, lo cual es su deseo más querido. Una pregunta más preocupante es por qué los yanquis votan por tales políticas, cuando deberían saber que sólo acarrearán problemas. Una respuesta es que muchos votantes no ven los inminentes problemas presupuestarios. Si Bush prosigue con su política de incremento del déficit el crecimiento económico se frenará, el dólar se derrumbará y se iniciará una crisis mundial. Pero también existe una posibilidad de que Bush tome conciencia del problema y se deshaga de la ilusión de que el déficit no es asunto de preocupación. Pero este despertar no se puede garantizar. Bush y su séquito parecen convencidos de que el déficit es un parámetro que contribuye en buena medida a impulsar el crecimiento y que éste, a su vez, puede resolverlo con la suficiente rapidez como para evitar que se creen problemas económicos serios. La máxima de Cheney que reza que “Reagan demostró que el déficit no es un problema” constituye una negación ciega para admitir el destino de los déficits de la era Reagan reconociendo que terminó en un derrumbamiento del dólar, un colapso del mercado de valores en octubre de 1987 y la persistente fragilidad de los mercados financieros que generó la crisis de la vivienda y del mercado de préstamos, y alimentó la recesión que, en última instancia, derrocó al primer Bush padre. Bush confía únicamente en un crecimiento futuro para reducir el déficit presupuestario pero si USA tuviera un superávit exterior es posible que las expectativas de Bush para reducir el déficit gracias al crecimiento pudieran tener una posibilidad de éxito, aunque fuera leve. Si consideramos que Bush no ha vetado ninguna partida de gasto procedente del Congreso y observando que su plan económico contempla muy pocos recortes presupuestarios y ninguna medida para aumentar la recaudación fiscal, parece que no intentará una reducción del déficit. Es más, se va a tener que enfrentar a presiones para incrementar el gasto militar y es posible que trate de iniciar nuevos recortes fiscales para tratar de crear un mayor estímulo para el crecimiento. Bush proseguirá con el mismo estímulo macroeconómico que ha sostenido el crecimiento de USA desde 2001 y no reconocerá jamás la necesidad de llevar a cabo políticas más restrictivas que generen un crecimiento menor. El renovado estímulo macroeconómico que Bush aplicará continuará empeorando los ya graves desequilibrios de modo que los déficits por cuenta corriente y presupuestarios sobrepasaran en poco tiempo el 8% del PIB y el dólar colapsará.



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