domingo, 12 de diciembre de 2004

¿DIOS AMA A LOS RICOS?

Karl Rove, ex predicador, hizo triunfar a George W.Bush con los votos del “cínturón bíblico”. Un colega suyo, el ex secretario de Justicia John Ashcroft, creó un sistema de seguridad interior estilo “gran hermano”. ¿De dónde salieron?. Rove, Ashcroft y sus equivalentes de la ultraortodoxia judía que han gestado una teoría imperial para el siglo XXI –o sea, la intervención permanente para cambiar regímenes adversos- provienen de un movimiento surgido hace más de diez años en el oeste medio: la “TEOLOGÍA DEL DINERO”. A su vez, ésta abrevaba en dos fanáticos tan crueles como iluminados: Ayn Rand y L.Ron Hubbard (fundador de la “cientología”). Si a la megaespeculación le faltaban profetas o santos, ese déficit lo subsanó la extrema derecha en Estados Unidos, proponiendo el culto a la riqueza, que salió a predicar desde 1993 un judío ortodoxo, llamado Paul Zane Pilzer, en templos evangélicos. El asunto empezó como cruzada contra el racionalismo, el iluminismo, Charles Darwin y el método científico. A juicio de los neoconservadores, el cuestionamiento de verdades reveladas -entre ellas, la creación según el Génesis y el monetarismo- lleva al caos y torna necesaria una contrarreforma. Los contrarreformistas quieren volver a un mundo donde la religión organizada no sea discutida. Este grupo quiere una religión sólo para gente próspera, compatible con dos únicos fundamentalismos: el de EE.UU. como imperio global y el del mercado también global. “Dios quiere que seas rico” se titula un libro de Paul Zane Pilzer, judío ultraconservador que apela al Viejo Testamento –como hacía Rand en los años 50/60. Asistido por “pastores” (cuyo lenguaje se asemeja extraordinariamente al de Ashcroft y Rove), Pilzer partía de una realidad más vieja que el capitalismo: “casi nadie atina a armonizar vida espiritual con vida material. Por eso, hay una asociación negativa entre ser rico y buen creyente, especialmente en el catolicismo romano y bizantino. Se necesita una teología del dinero'. Pilzer encarna un fundamentalismo cuyas ideas de fondo son de la edad media, pues considera natural que haya “amos ricos y súbditos pobres”. Dicho de otro modo, la gleba como instrumento para competir en los mercados. Estas nuevas iglesias ofrecen a los fieles asesoría financiera, cuotas partes en fondos de inversión y consejos para evadir impuestos federales. Pilzer dice: ”La buena vida no va contra dios porque el dinero forma parte del propio orden divino”. Esta incipiente teología económica (su biblia es 'Dinero y sentido de la vida', de Buchanan) pasa por alto toda alusión a materialismo y usura, con lo cual excluye varios libros del Viejo Testamento y casi todo el Nuevo. Sin duda, la teología del dinero es un fenómeno interno de una economía norteamericana que busca eludir o eliminar reglas, no pagar impuestos, hacer contabilidad “a gusto del príncipe” y ganar autonomía a expensas de los gobiernos. Si aún no se observan tendencias similares en el Islam es porque, la teología musulmana actual no condena a ricos ni poderosos. Más bien, al contrario.

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