domingo, 3 de marzo de 2013

Viaje al milagro cultural islandés

Si el colapso financiero que sufrió Islandia en 2008 suele interpretarse como un laboratorio de preguntas y respuestas sobre la crisis, convendría tomar nota de algunas de las soluciones. A diferencia del sur de Europa, donde los recortes y las subidas de impuestos se han cebado especialmente con la cultura, desde 2008 este país de 320.000 habitantes y el tamaño de Portugal se ha volcado en el sector de las industrias creativas. El impacto económico de esa actividad (unos 1.000 millones de euros) dobla hoy al de la agricultura y está solo por debajo de la legendaria máquina de exportar bacalao (y otros productos del mar) al mundo continental, primera industria de la isla. Todo ello gracias, en parte, a una mujer menuda de 37 años —su ministra de Cultura— que no ha permitido que le dijeran eso de: “¿Para qué vamos a darle dinero a los artistas?”. Al contrario, les ha convertido en protagonistas del éxito económico reciente. Hoy la tasa de paro es del 5,7% y el país crece a un ritmo del 3%. Es cierto que se ha devaluado la moneda y evitado rescatar a los bancos pagando su deuda externa (3.600 millones). Pero gran parte de la mejora también es gracias a esta suerte de New Deal artístico. Y todo puede cambiar el próximo 27 de abril, cuando Islandia afronta las primeras elecciones después de que el país haya empezado a superar la crisis. La memoria es corta. El partido conservador, al mando cuando todo su fue al garete (la bolsa llegó a caer un 90% y el PIB perdió 7 puntos), es hoy el favorito en las encuestas. La coalición formada por el Partido Verde y los Socialdemócratas, a la que pertenece la primera ministra Jóhanna Sigurdardóttir (la primera mujer en ocupar ese puesto), lo tiene crudo. Gracias a la ministra de Cultura, Katrín Jakobsdóttir, los artistas son los nuevos protagonistas del éxito económico. El Gobierno recortó partidas de estructura. Adelgazó ministerios y gastos fijos. Pero aumentó las aportaciones a proyectos culturales independientes. Una mezcla de tejido público/privado muy ágil pero que, en ningún caso, supone la renuncia del Estado a la gestión de la cultura y la educación. El 80% de los jóvenes (sobre todo en los pueblos) estudia algún instrumento y solfeo. Y eso se traduce en decenas de bandas con prestigio internacional. La naturaleza sigue siendo el primer atractivo para los turistas. Pero un 70% de los jóvenes según una encuesta reciente lo hace ya por la música. Eso ya se sabía en 2006 cuando se creó la oficina de exportación musical del país, dirigida por Sigtryggur Baldursson, exbatería de los Sugar Cubes, la banda con la que Björk comenzó y gracias a la cual se forjó la leyenda del sonido islandés. Según este organismo, 43 bandas tocaron el año pasado fuera de Islandia. En paralelo, la industria del software y los videojuegos crece exponencialmente. “Está en los aledaños de la cultura y da mucho trabajo a gente del sector, como ilustradores”, explica la ministra. Para el cine, una nueva ley reembolsa el coste de cualquier película rodada en Islandia a sus productores. Ridley Scott se fue ahí a rodar Prometheus, igual que Darren Aronofsky hizo con Noah. Cuando todo era champán y barra libre de crédito, muchos ya habían pronosticado que las industrias creativas eran el único camino que podía seguir Islandia. Andri Magnason escribió en 2006 Dreamland: A self-help manual for a frightened nation (de próxima publicación en España por Aire). Un libro donde denunciaba un modelo económico basado en el dinero fácil de la especulación. “Durante los años del boom el gobierno concentró sus esfuerzos en la expansión de los bancos, el aluminio y la energía hidráulica que estaba destruyendo la naturaleza. Algunos queríamos ver una economía basada en la creatividad, no en el dinero fácil”. Así que hubo una extraña alianza entre los protectores de la naturaleza y “los empollones de los ordenadores”, recuerda Magnason. “Durante los años del boom algunos queríamos ver una economía basada en la creatividad, no en el dinero fácil”, dice el autor Andri Magnason, Björk y otras figuras clave de la isla le prestaron atención. “Así que cuando llegó la crisis había un movimiento de raíz en el que estaban metidos muchos jóvenes”. Se crearon grupos de trabajo en lo que dieron en llamar el ministerio de las ideas, una antigua fábrica en las afueras de Reikiavik. Pero Magnason reconoce el importante papel del gobierno. “Han crecido los teatros, el mercado literario ha florecido (60 escritores tienen apoyo durante un año entero), la producción cinematográfica ha aumentado, igual que la escena musical. Y todo este apoyo se multiplica en la economía. Las artes no son un proyecto paralelo a la buena economía, es la base de su salud”. ¿Y por qué la gente piensa votar de nuevo al partido conservador? “Echan de menos sus Range Rover”, dice el músico Ólafur Arnalds en un café de Reikiavik.

Fuente

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=DxnGnT5mmDI

no te guies tanto por el titulo del video solo escuchalo y se
reafirma los pronosticos el dolar
se cae a pedazos y autidestruyendose cada vez mas .

Anónimo dijo...

http://www.telesurtv.net/articulos/2013/03/10/brics-crearan-su-propio-banco-de-desarrollo-con-moneda-propia-3037.html

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