viernes, 2 de diciembre de 2011
Dos caballitos de batalla: uno está muerto, el otro se resiste a morir
La Escuela de Economía de Chicago tiene dos caballitos de batalla. Uno es la “Teoría de las Expectativas Racionales” propuesta por John F. Muth primeramente y luego desarrollada y ampliada por Robert Lucas en la Universidad de Chicago. El otro es la famosa “Hipótesis de Eficiencia de los Mercados” que engendró los desastres financieros que hoy agobian al autotitulado “primer mundo”. A pesar de todo y aunque resulte increíble aun las teorías de la Escuela de Chicago están detrás de las políticas económicas y de ajustes que aplican el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Las órdenes y disposiciones de políticas económicas recientemente adoptadas por España, Grecia y Portugal, son testigos directos de esta afirmación. Los fundamentos de política económica de La Escuela de Chicago fueron la base de las políticas neoliberales que se establecieron en algunos países en la década de 1980. Estos fundamentos y teorías económicas fueron adoptados por el Gobierno chileno del general A. Pinochet y Chile fue el primer país en el mundo en poner en práctica los métodos de libre mercado auspiciado por el Neoliberalismo en sus vertientes políticas y económicas. El llevar a la práctica un experimento de política económica de esta magnitud y enormes derivaciones sociales, estuvo en manos de los “primeros graduados en Neoliberalismo” chilenos de la Universidad de Chicago. Son los que hoy se conoce como los famosos “Chicago Boys”. Profesionales de la economía que veían a Milton Friedman y a sus enseñanzas como una cuestión cuasi religiosa. Según Friedman, la aplicación de su doctrina económica requiere previamente que el país donde se implemente el sistema, esté sumido en una intensa crisis y que sus habitantes se encuentran en un estado de extrema angustia, dispuestos a aceptar cualquier solución razonable a sus problemas económicos, incluso transando valores profundamente muy arraigados en la cultura del país. Es así como el tratamiento de Shock sugerido por Friedman e implementado por el régimen pinochetista, sería aceptado sin reparos por la población chilena. El establecimiento de los principios doctrinarios, según los preceptos del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, debían ponerse en marcha con celeridad y sobre todo con mucha confidencialidad para asegurar el éxito en el más breve tiempo posible. La programación metodológica previa al golpe de estado en Chile, se materializó con un documento programático que se llamó “El Ladrillo”, elaborado en su gran mayoría por graduados chilenos de absoluta confianza de Milton Friedman y técnicos de la Universidad de Chicago; todo dentro de un marco de escrupuloso y de máximo silencio. Friedman propuso que el Estado no interviniera en absoluto en la economía de una nación, plantea que definitivamente el control de la economía debe permanecer en manos del capital privado. Según Friedman lo que marca el mayor o menor liberalismo no es la existencia de democracia política, sino la existencia de desregulación económica, libertad empresarial y libertad financiera. Desde este razonamiento una dictadura sanguinaria como la de Pinochet, fue considerada “liberal” porque aplicó las propuestas económicas de los neoliberales. Para los neliberales la democracia no es el estado natural de la sociedad. El mercado sí. Un dictador puede gobernar de manera liberal, así como es posible que una democracia gobierne sin el menor liberalismo. De manera que los neoliberales desprecian la democracia (tal como lo hacían los bolcheviques). Robert E. Lucas es otro delincuente adscrito a la Escuela de Chicago. Sus ideas inspiraron el Consenso de Washington y moldearon el marco institucional que justificó el proceso de globalización comercial y financiero que ha vivido el mundo desde fines de los años setenta. Con la crisis de las hipotecas subprime en los Estados Unidos en 2008, la realidad ha asestado una durísima y mortal paliza a la Hipótesis de Eficiencia de los Mercados y a la vieja idea de que los mercados se autorregulan solos para alcanzar su posición de equilibrio. La otra hipótesis aun resiste y mantiene en el poder a los neoliberales… por ahora. Y eso es porque los mercados en Estados Unidos y Europa no parecen responder a las acciones de Política Fiscal que los keynesianos como Krugman y Stiglitz y que la misma Administración de Obama ha instrumentado desde fines de 2007. Robert Lucas sacando pecho explica esta situación con su Hipótesis de las Expectativas Racionales. En grandes líneas, esta hipótesis establece que los agentes económicos utilizan toda la información existente en el mercado para realizar sus decisiones de inversión, ahorro y consumo. De esta forma, según Lucas, los agentes económicos no perciben en las acciones de política fiscal instrumentadas por la Administración de Obama consistencia y fortaleza para el corto y mediano plazo. De tal forma que los agentes económicos no reaccionan como los modelos keynesianos esperarían que éstos lo hicieran frente a un estímulo fiscal (incrementando sus decisiones de inversión y consumo).
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