viernes, 5 de agosto de 2011

Que no panda el cúnico

¿Acaso no se había arreglado todo? ¿Estados Unidos no solucionó su default? ¿Grecia no fue rescatada? ¿Qué pasó ahora? Los dueños de los capitales olfatean que a futuro las cosas no pintan bien. ¿Cuáles son las razones de fondo que les hacen tener tanto miedo? El mundo financiero se desplomó, lisa y llanamente. Parecía que todos los líderes de Europa y Estados Unidos habían hecho los deberes y que la palabra crisis global comenzaba a mirarse por el espejito retrovisor. Pero nada de eso ocurrió. Apenas se aprobó en los Estados Unidos la ampliación del techo de deuda la lectura de los inversores, lejos de transformarse en algarabía, fue dominada por el escepticismo. ¿Por qué? Por un razonamiento tan sencillo como preocupante. Si la principal economía del mundo, que aún no logró recuperarse de la crisis de hipotecas -y que para salir a flote necesita impulsar el consumo de sus habitantes- aprueba un paquete que incluye un brutal recorte de gastos, ¿cómo hará para salir a flote? La ecuación es sencilla: menos dinero para consumir = menos producción de las empresas = menos creación de empleos = escenario recesivo. En buen romance, que Estados Unidos haya sorteado un eventual default, no significa que las cosas pinten bien. Y esta lectura es justamente la que hicieron los inversores. La teoría y la experiencia indican que si a un país, que está saliendo a flote gradualmente, se le aplican fuertes ajustes, los resultados son nueva recesión, menores ingresos y mayor déficit. Ya no alcanzan los salvatajes. Ni arrojar al mercado billones de dólares para que la economía global salga a flote. Los inversores no encuentran demasiadas opciones para refugiar su dinero. Uno de los grandes problemas que observan los inversores es la falta de liderazgo político a nivel global. Es decir, la carencia de algún estadista, que se "ponga mochila al hombro" y marque el rumbo a seguir. Y los analistas locales e internacionales hacen la misma lectura. El problema que vemos en estos días es que los mercados le están imponiendo el ritmo a la política. No existe alguien que en este momento pueda tomar el toro por las astas y transmitir confianza, que es lo que está faltando en el mercado. Los inversores perdieron la confianza al ver cuánto demoró Estados Unidos en llegar a un acuerdo. Los dueños de los capitales "olfatean" estas cuestiones, se asustan y actúan en consecuencia. Los inversores entienden que hay muchas deudas por saldar y que eso limitará la capacidad de crecimiento de los países. Las caídas que se dieron ayer asombraron por su magnitud a analistas e inversores. ¿Hubo algún hecho en particular que justifique semejante derrape? Ninguno. O mejor dicho uno. La creciente sensación de que la economía mundial se encamina a una nueva gran recesión. De pronto, se puso todo muy feo. No por alguna cuestión específica, sino por la sensación de que el miedo a la recesión global se apoderó de los mercados.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

yo tambien tengo miedo, tengo miedo que de tan masiva al fin crisis llegue aquí, entonces, el gobierno perderá apoyo y los neoliberales volverían, ¿se imaginan un Macri, un Alfonsin o un De Narváez en la presidencia?, vendrían los ajustes, los achiques del estado, las endeudamientos, el desempleo, la catastrofe. De solo pensarlo, me pongo pálido de miedo, frío, seria como volver al pasado. Noooooooooooooooooooooooooooooooooooo.

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