La estrategia trazada de ajuste ortodoxo para reducir la dependencia del sector servicios e incentivar el industrial está fallando en Gran Bretaña. El primero, a pesar de la ralentización que sufrió la economía en su conjunto, creció un 0,5 por ciento, mientras que el segundo cayó nada menos que un 1,6 por ciento. Lo motivos hay que buscarlos en la propia reticencia del consumidor, que ha reducido gasto a la mínima expresión debido a una inflación galopante, unos sueldos congelados desde el inicio de la crisis y un desempleo al alza. La Oficina de Estadística (el Indec inglés) espera un repunte para este tercer trimestre, aunque mantiene que las perspectivas para la segunda mitad de año son "inciertas" y no se descarta, de hecho, una nueva ralentización. Como ejemplo, sectores clave como el industrial o el comercio minorista, cuyos indicadores no han hecho más que elevar el grado de alerta.
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