martes, 26 de julio de 2011

Una original versión china de imperialismo

Beijing invade el mundo vía fusiones y adquisiciones. No sólo mediante acuerdos “amistosos”, como el firmado por el grupo estatal Cnooc y la norteamericana Chesapeake en materia de gas natural. Surgen también señales menos suaves. Por ejemplo, Xinmao –firma establecida en Tianjin- acaba de confirmar una oferta hostil (€ 1.000 millones) por la holandesa Draka, especializada en fibra óptica. La movida busca bloquear a la italiana Prysmian. Los chinos se proponen pagar alrededor de € 20,5 por acción en efectivo y su competidora milanesa no sube de € 17,2, pero con parte en títulos. Inclusive, apoyan a Prysmian los accionistas dominantes (48% del paquete), la familia Flint. Pero aparece Xinmao, una firma más chica pero respaldada por dos nombres fuertes: Minsheng y China Construction. China encara un “neoimperialismo” y pretende un papel similar al desempeñado por Gran Bretaña hasta 1914. En aquel momento, Londres detentaba 45% de las inversiones exteriores en el mundo. China tambien piensa en el precedente de Estados Unidos. Hacia 1967, la superpotencia representaba la mitad de las colocaciones internacionales. Para no remontarse a 1662/1722, cuando el emperador Kangxi (dinastía Qing) gobernaba el reino más rico de la Tierra. En la actualidad, China está lejos de esos parangones, pues sólo controla 6% de la inversión internacional aunque, por otra parte, ningún país llega hoy a los picos británico o norteamericano de los siglos XIX y XX. Pero esto no desvela al gigante, que ya muestra el segundo producto bruto interno del mundo. Ahora bien ¿qué persigue esta oferta hostil? Probablemente, consolidar al país como usuario de fibra óptica, pues ya absorbe 50% de las redes existentes, sin necesidad de desarrollar ulteriormente las tecnologías de Draka. Este aspecto en realidad interesa a Prysmian. En el fondo, el temor en Milán es de otra naturaleza y se relaciona con lo ocurrido cuando la estadounidense Lucent-Alcatel copó la italiana Telettra o la alemana Thyssen hizo lo mismo con Terni. En otro plano ¿cómo saber si los fondos extrabursátiles que manejan Prysmian no la venderán a los chinos, tentados por su oferta? Después de todo, esas entidades se dedican a compras apalancadas, sin poner dinero propio, con la idea de revender al mejor postor. El nuevo “peligro amarillo” refleja en verdad fallas del sistema capitalista, merced a las cuales los activos circulan con extrema libertad. Tal como funciona al presente, el contexto jurídico mundial es por demás pragmático. Nadie puede saber, entonces, si la faltriquera de Goldman Sachs es políticamente más correcta que la de los lejanos sucesores del emperador Kangxi.

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