Ahora toca al poderoso Ohio, sobre el lago Erie, este del país, tomar aceite de ricino marca Tea Party. Mientras Wisconsin sigue la pelea, el senado del Estado de Ohio eliminó por ley los derechos sindicales de empleados públicos. John Kasich, gobernador republicano tan ultra como su correligionario de Wisconsin, Scott Walker, despojó del derecho a huelga –entre otros- al sector público estadual. La nueva norma, aprobada por diecisiete votos contra dieciséis, debe pasar la cámara de diputados, donde los ultraconservadores tienen amplia mayoría. Como tratan de hacer en Wisconsin, Ohio logró ya reducir al tema salarial el ámbito de negociaciones. Esto excluye, después de muchos años, planes de atención médica, jubilaciones y otros asuntos sociales al nivel municipal, por lo común muy retrógrado. El punto clave prohíbe hacer paros a los 655.000 empleados públicos, vale decir 13% de la fuerza laboral local. “Desgraciadamente, esta barbaridad campesina será aprobada en pocos días” señala Jason Perlman, portavoz de la confederación AFL-CIO, la CGT norteamericana. “En realidad, los parlamentarios no saben que esa ley es un ataque a la clase media urbana”, afirma. O sí lo saben. A diferencia de Wisconsin, la nueva víctima de los fundamentalistas es un bastión del gremialismo industrial y, justamente por ello, pesa en las primarias presidenciales –la próxima es en 2012- porque su voto es oscilante. En cuanto a los argumentos del gobernador en Ohio, son iguales a los de su colega: un déficit fiscal 2010/11 de US$ 8.000 millones. La primera manifestación opuesta de nueve mil personas llenó Columbus, la capital, para protestar contra el despojo. No será la única. Policías, bomberos y otras categorías de pronto se quedan sin seguridad social ni salarial. “Cualquier país latinoamericano reconoce a sus trabajadores mejor cobertura” señala Jay McDonald, de la fraternidad policial. En cuanto a Wisconsin, sigue la “guerra” entre el gobernador y los congresistas demócratas, asilados en Illinois. “Lo malo es que estos abusos de poder pueden tener peligrosas secuelas políticas y sociales. Hay gobernadores petardistas sin experiencia capaces de cualquier cosa”, teme el vicepresidente Joseph Biden. Cuando la cosa se ponga fea, mandaran a esos mismos polícias que quedaron sin seguridad social y salarial, a reprimir. ¿Tendrán voluntad de hacerlo?. Norteamerica va camino a una segunda guerra civil. Pero esta vez la consecuencia no será la unión, sino la fragmentación de EEUU en varias partes…
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