El problema de desindustrialización y de inequidad que generan los auges de recursos naturales se puede evitar construyendo mejores instituciones. La riqueza en recursos naturales puede traer para algunas economías una maldición para su crecimiento y desarrollo. Esta maldición se conoce como la “enfermedad holandesa” ya que grandes descubrimientos de petróleo en los países bajos a principios de la década de los 60 generaron una fuerte apreciación de la moneda y la desindustrialización de la economía. Este efecto se dio a través de la monetización de los ingresos por exportaciones de petróleo. Las economías con abundancia de recursos naturales sufren la enfermedad holandesa. Estas economías crecen menos, son más volátiles y más desiguales. También encontramos que esta maldición puede convertirse en una bendición a través de buenas instituciones. De hecho, algunos países ricos en recursos naturales, como Noruega, tienen buenas instituciones mientras que otros, como Nigeria, tienen muy malas instituciones. Y esto se traduce en mejores o peores índices de crecimiento y desarrollo.
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