domingo, 22 de agosto de 2010

Estados Unidos agota el recurso de bajar tasas y podría caer en la deflación

La actual situación de Estados Unidos implica un cuadro que se parece cada vez más a lo verificado en Japón tras la explosión de la burbuja inmobiliaria. Las fuerzas recesivas se agudizan y la Reserva Federal, ante el agotamiento de su principal herramienta de política monetaria (Fed funds), optó por expandir aún más la cantidad de dinero hasta límites que implican empujar el resto de las tasas al nivel de “cero”. A su vez, como herramienta complementaria, aparece la expansión fiscal que, si bien mantiene a flote la economía, profundiza el déficit y la deuda acumulada.
La economía norteamericana posee un esquema de metas de inflación implícito. Cuando la demanda agregada comienza a acelerarse y aparecen presiones en los precios, la Reserva Federal contrae la cantidad de dinero en circulación para subir las tasas de interés y frenar la inflación. Por el contrario, cuando el consumo y la inversión se caen, expande la cantidad de dinero intentando apuntalar la economía mediante un shock de recorte del costo del dinero y más billetes en circulación. Este sistema mostró su lógica de funcionamiento al extremo durante la crisis sub-prime cuando el tsunami financiero apareció y el nivel de actividad se contrajo fuertemente, empujando al sistema hacia la recesión. En ese entonces, la Fed lanzó un programa de compra de “activos tóxicos”, bonos del tesoro y acciones privadas al mismo tiempo que se le prestaba dinero a los bancos a una tasa irrisoria, del 0,25% anual. Bernanke comenzó a emitir dólares a mansalva en lo que se denominó formalmente cómo “Quantitative Easing” y que para la calle fue el “helicóptero de Bernanke”. Esto provocó el cese de la caída y una reactivación con escaso impacto en los niveles de empleo. Es importante destacar que, a pesar de lo que todos pensaban, la gran masa de dólares emitidos por la Fed no causó inflación aunque tampoco una sustancial recuperación de la economía ya que los dólares quedaron en las arcas del sistema bancario y no terminaron en la economía real. El “nuevo sistema financiero”, construido sobre bases menos riesgosas, presta menos a una economía que también demanda menos créditos porque consume menos e invierte menos. Los pedidos de seguro de desempleo crecen y las semanas que pasa la gente buscando empleo superan el récord histórico de otras crisis. ¿Cuál es la solución propuesta por la Fed? Monetizar el déficit fiscal, comprando bonos del tesoro americano, utilizando cómo “excusa” el vencimiento de los planes de recompra de hipotecas “basura”. De esta manera, se le presta a un sector que si quiere gastar (en contraposición del sector privado) para incrementar a la demanda agregada licuando la deuda pública en términos nominales.
El riesgo es terminar siendo Japón, un país con deflación, “tasas cero” y recesión que sólo logró que se financien sucesivas expansiones del gasto público que si bien mantienen a flote la economía, tienen como límite el stock total de deuda acumulada que podría crecer hasta volverse insostenible. La deuda de Japón se estima en un 200% de su PBI, Estados Unidos todavía tendría margen para el incremento en tanto su deuda equivale al 60% del PBI.

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