domingo, 29 de agosto de 2010

Bernanke prepara nuevo vuelo en helicóptero

Aunque el “Dolape” hizo creer que la inflación era el mayor de los males, una vez mas engaño a todos: el verdadero peligro está en la deflación. Pues bien, para evitar la ola deflacionaria que viene, la Reserva Federal de Estados Unidos prepara una nueva batería de recursos y estímulos que buscan impedir a toda costa el hundimiento total, absoluto y definitivo de la economía de ese país. Uno de los datos más reveladores lo da la fuerte caída en el consumo de Estados Unidos, una caída histórica y acorde a la caída general de las bolsas en los últimos meses, incapaces de repuntar. Gran parte de esto es producto del masivo desempleo que, en términos reales supera el 16 % (aunque el oficial está en el 9 %). La nueva operación de rescate masivo que programa Bernanke, no es otra cosa que volver a “tirar la plata en helicópeto”, tal como lo hizo hace dos años tras el colapso de Lehman Brothers. La imprenta y el helicóptero son las dos armas estratégicas con las que los gestores del actual modelo económico-monetarista piensan superar la crisis. A medida que la recuperación económica muestra signos de pulverización caótica, todas las medidas de la Reserva Federal han demostrado ser inútiles. En estos dos años, la Fed ha comprado casi dos billones de dólares (el 14% del PIB) entre hipotecas basura y bonos del Tesoro. Pero el dinero no ha fluido hacia la economía real y sólo ha permitido a los bancos limpiar sus deprimidos balances. Esta vez, la fijación para los exégetas del modelo económico es frenar la caída de los precios, tal como lucharon contra su elevación. El problema es que los costos de controlar la inflación resultaron excesivos y fueron los que desataron el problema del desempleo masivo. Emplear la misma medicina para aliviar el problema no solo es contraproducente sino que no tiene sentido alguno. En 1969 Friedman publicó el libro de cabecera del "Dolape" Bernanke: The Optimum Quantity of Money, en la cual su autor da la receta para escapar a la deflación y a las trampas de liquidez que, en la visión de Friedman concurrieron al origen de la Gran Depresión de 1929. Según esta tesis,la Gran Depresión no fue originada por el mercado, sino que fue el resultado de una fuerte reducción (un tercera parte) en la oferta monetaria. Esto, por cierto fue un “error del gobierno”: el mercado no crea las crisis. Desde entonces, el paradigma acuñado fue que la política monetaria tenía la receta exclusiva para controlar las crisis con sus dos herramientas estratégicas. Este par de herramientas estratégicas para neutralizar las crisis solo necesitaba de una buena tecnología: una imprenta para imprimir una gran cantidad de dólares a cero costo y un helicóptero para dar liquidez inmediata a individuos y empresas. Con esto, se resuelve el problema según la teoría de Friedman. El ejemplo de “tirar la plata desde un helicóptero” es lo que hemos visto con las fuertes inyecciones de liquidez propinadas por Ben Bernanke para paliar la crisis. Por cierto, hay varios cuestionamientos que resaltar. La teoría monetarista de Friedman está inspirada en las leyes físicas de Bernoulli para su ley de gases. De esta manera, el flujo monetario puede ser fácilmente regulable a través de la presión (vía tasa de interés) o su flujo (liquidez). Si alguno de estos elementos falla y provoca una insuficiencia de pagos sólo hay que inyectar más liquidez al sistema para que éste fluya y siga su funcionamiento. Esto, sólo en casos extremos de falla, pues no hay indicios de que el mercado pueda entrar en colapso dado que es capaz de autorregularse a sí mismo. De acuerdo a esta teoría, fenómenos como deflación o trampa de liquidez son una ridícula invención de John Maynard Keynes; eso es algo que no existe en la economía real. La simplificación del modelo monetarista que predomina en todas las economías avanzadas, es sorprendente. Pretende regular el flujo de la cantidad de dinero con la tasa de interés sin detectar que en esa instancia está el germen que crea las presiones especulativas que inflaman el combustible y provocan un colapso mayor. Las teorías del laissez-faire, la Ley de Say, el Equilibrio Walrasiano y las expectativas racionales que cimentaron las bases de la teoría monetaria, están bajo sospecha. Toda la corriente del pensamiento económico tradicional de que lo más sano es dejar al mercado a su libre arbitrio está bajo sospecha: siempre habrá algunos que sabrán tomar ventajas y aprovecharse de “la furia del mercado”.

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