miércoles, 3 de febrero de 2010

Islandia Globalizada

Visto desde la Argentina, Islandia es un país exótico ubicado en el Atlántico Norte, del que se conoce bastante poco, más allá de sus volcanes, glaciares y la cantante Björk. Pero los problemas financieros que está teniendo la han ubicado en el incómodo papel de candidato a un proximo colapso. Hoy, la economía está muy endeudada, la inflación alcanza el 7% anual (con una meta del 2,5%), la moneda (el krona) se depreció 22% contra el euro desde principios de año y el banco central acaba de subir la tasa de interés al 15% anual como mecanismo para sostener la moneda y contener la inflación. Encima, el país tiene sólo u$s 2.000 millones de reservas para defenderse de un ataque especulativo. Islandia tiene una superficie y población similares a las de La Pampa y un PIB como el de Santa Fe. Islandia es uno de los países que mejor supo "aprovechar" la globalización financiera y ahora está pagando las consecuencias de su propia estupides. En los últimos años, la economía creció al 5% en promedio (muy alto para Europa), gracias a la llegada de capitales externos y a una política de compras de empresas sostenida con alto endeudamiento. Sus tres principales bancos (Kaupthing, Landsbanki y Glitnir), que financiaron la expansión, aprovecharon las bajas tasas de la era Alan Greenspan para salir a comprar activos en el exterior. Sólo en 2007, gastaron u$s 10.000 millones en adquisiciones, lo que favoreció el crecimiento, pero al mismo tiempo hizo que se convirtieran en propietarios de activos por un valor récord, similar a ocho veces el PIB de Islandia, como si el Nación, el Francés y el Santander Río salieran a comprar empresas latinoamericanas por el equivalente de dos bolsas de San Pablo. Además, las compras que se hicieron fueron cruzadas, por lo que cualquiera de estos grandes bancos islandeses tiene participaciones en los demás y en casi todas las empresas importantes del país. Lo que significa que si cae uno, arrastra al resto de la economía. Y el gobierno no cuenta con reservas suficientes para convertirse en prestamista de última instancia. Por otra parte, ningún país puede soportar demasiado con un déficit en cuenta corriente superior al 10% del PIB sin caer en una crisis general. EEUU va por el 6 %, en el caso de Islandia, este déficit supera hoy el 16% del producto. Con la escasez de crédito por la crisis subprime, las calificadoras comenzaron a rebajar las notas de la deuda soberana y de los principales bancos, que en pocos meses pasaron de tener un spread de menos de 50 puntos a 800 puntos (similar al de la deuda del Bear Stearns antes del salvataje). La reacción lógica del banco central se vio cuando decidió llevar su tasa al 15%, como forma de defender la moneda y frenar la inflación. Pero el reducido tamaño de la economía y la falta de recursos hacen que Islandia pueda ser presa de un ataque especulativo, por lo que los analistas se preguntan si el gobierno será capaz de rescatar a sus bancos, altamente endeudados, sin recurrir a los mercados internacionales de crédito, hoy virtualmente cerrados. Sin embargo, a pesar de encontrarse en una situación parecida a la de la Argentina de fines de los ‘90, Islandia sigue siendo un país misterioso para la mayoría de los argentinos: cuesta imaginarse que la mitad de sus habitantes haya leído la última novela de su escritor más famoso (¿quien es hoy el escritor argentino mas famoso y si existe alguno cuantos los han leido aqui?) o que no existan mafias, corrupción, y que en el último año se hayan reportado solamente dos homicidios. Pero tal vez la crisis subprime termine con todo esto y les aporte costumbres más globalizadas.

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