lunes, 28 de abril de 2008

El enfriamiento de la economía

La disyuntiva entre crecimiento y estabilidad de precios lleva ya muchas décadas como protagonista de la discusión macroeconómica. Ciertamente, podemos distinguir dos grupos. Ante todo, el de los que creen que tal disyuntiva existe y que, por ende, es necesario elegir entre crecimiento moderado con estabilidad de precios y crecimiento acelerado con fuertes tensiones inflacionarias. Para este grupo pareciera ser que la conjunción de altas tasas de crecimiento económico y estabilidad de precios es un lujo que ninguna economía de mercado puede darse. El problema es que no pueden probar lo dicen. No citan ejemplos. No muestra casos particulares. Habla en general, desde la teoria abstracta.

Podemos, a su vez, subdividir a este grupejo en otros dos grupejos. Por una parte, el de los que argumentan que de tener que elegir entre crecer y mantener los precios estables, es preferible sacrificar el crecimiento, ya que en un marco inflacionario no hay crecimiento que valga. Por el otro, el de aquellos que frente a esa misma elección terminan optando por crecer, aún con inflación, la inflación sería, en algún punto y para éstos, un mal menor.

Por otro lado, encontramos al grupo de aquellos que adhieren a la idea de que el dilema planteado es falso, que se puede convivir una tasa de inflación aceptable con un crecimiento económico acelerado, sobre todo en economías que parten de un atraso tan marcado como el que enfrentaba la Argentina en 2002.

Una economía puede crecer aceleradamente sin necesidad de sacrificar la estabilidad de los precios. China es prueba de esto, lo estuvo haciendo durante 20 años. Pero este contraejemplo no perturba a los liberales. Como siempre, los liberales, argumentan desde el vacio teorico, sin traer a la mesa ejemplos practicos de todo lo que afirman.

Es mas, la Argentina, a su vez, los últimos años, hasta 2007 inclusive, muestra que ese cometido se logró también en la práctica aqui. Asi que bien se puede decir que se puede crecer sin inflacion galopante aqui y en la China.

Podríamos discutir también si realmente nuestra economía sufre o no una tasa inflacionaria elevada. Sufre inflacion, si, como todos en el mundo. Vayan a preguntarles a los chilenos si no lo creen. Pero éste no es actualmente el núcleo del problema que debemos resolver. Bien, entonces, ¿cuál es el núcleo del problema? Encontrar los canales a través de los cuales pueda implementarse una política económica dirigida a estabilizar los precios dentro de un crecimiento equilibrado.

Lo que ocurre es que para alcanzar este objetivo, primero hay que conocer y ponerse de acuerdo acerca de las causas de la inflación. La inflación que tenemos es un fenómeno con varias causales, primero, el problema distributivo, potenciado por la existencia de importantes “cuellos de botella” (como el del sector energético), otra causa es el grado muy elevado de concentración en mercados claves, otra causa es una no despreciable importación de inflación internacional, otra causa es un crecimiento de la demanda agregada a una tasa superior a la de la oferta de bienes y servicios producidos por nuestra economía.

Sin embargo, los liberales de mente siempre estrecha, solo hablan de la puja distributiva (por supuesto achacándole a los salarios un desmedido crecimiento) y del excesivo crecimiento de la demanda agregada, sobre todo de consumo privado y público. Este es el “diagnóstico inflacionario” de los “economistas ortodoxos”: la causa de la inflación es el aumento del gasto público. Siempre el mismo cuento.

Esta miopía los lleva a aconsejar medidas anti inflacionarias como la baja sustancial del gasto público, el congelamiento de los salarios y del consumo en general. Todas éstas son propuestas que, de implementarse, probablemente nos lleven al estancamiento con inflación, porque si la sobre-demanda no es el principal determinante de la inflación, su violenta contracción no solucionará el problema y por el contrario, agudizará los asociados a las fuentes restantes. Resultado: más inflación y menos crecimiento.

El enfriamiento de la economía no garantiza la estabilidad de los precios y menos aún, aleja la posibilidad de una crisis económica futura. Aquellos que crean que congelando el salario del obrero informal, que gana en promedio $ 600, y bajando el gasto social, en infraestructura y en jubilaciones, la inflación va a ceder, es un miserable que quiere cargar con la culpa de todo a un supuesto  “bienestar” de los pobres. La recesión económica que estos tipejos no se cansan de pregonar es un antídoto infalible contra la inflación, lo hacen de manera muy simple: curan la enfermedad matando al enfermo.

Fuente

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente entrada!
Gracias, muchas gracias

Anónimo dijo...

No creo que bajar el gasto público sea una medida inservible. Seguramente es una acción que tendrá que ir aparejada con otras, pero no digamos que no sirve para nada.
El dinero que se gasta en subsidios tarde o temprano vamos a tener que resolverlo.
Debemos tener siempre una clara diferencia entre gasto e inversión. El gasto público no reditúa nada y lamentablemente en este momento es muy alto y debemos atacarlo.

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