domingo, 10 de septiembre de 2006

Politica científica

Entre los elementos centrales que definen las nuevas orientaciones de la política científica en los países más avanzados, en particular Estados Unidos, cabe señalar: la nueva política científica busca renovar la articulación entre la ciencia, el sector privado y el sistema educativo. Un nuevo papel para la ciencia será informar y de esta forma incidir sobre las decisiones públicas, para que éstas se adopten bajo parámetros de una cierta comprensión científica de los objetivos planteados. En esta línea, se debe buscar una mayor coordinación entre científicos, ingenieros y políticos. En algunos países actualmente la investigación se encuentra en una fase de transición, en la cual tanto la investigación académica como la orientada con fines prácticos van convergiendo en términos de los contenidos y la vinculación con el mercado. Se está produciendo un incremento de los vínculos de la investigación académica con los laboratorios públicos orientados directamente hacia los sectores económicos más importantes. De esta forma, los vínculos de la academia con el tejido industrial se han incrementado notablemente desde los años 80, lo cual ha favorecido que los institutos y laboratorios de investigación adopten una orientación más académica en sus investigaciones, rompiendo de ese modo la rígida compartimentación anterior. Hay un crecimiento de las relaciones entre el sector industrial y el sector de la educación superior y un creciente énfasis en la comercialización de los resultados de investigación. Aunque la participación empresarial en la financiación de la I+D ejecutada por las Universidades aumenta de forma generalizada en todos los países, su importancia se mantiene por debajo del 10% de la investigación universitaria, financiada de forma mayoritaria con fondos gubernamentales. Esto es así incluso en Estados Unidos, donde por ejemplo, la industria solamente financia el 7% de los gastos en I+D de las universidades, mientras que los fondos públicos representan más de dos tercios de la financiación de la I+D universitaria. Por otro lado, se requiere establecer un nuevo sistema de relación universidad-empresa, sobre todo por la aparición de nuevos sectores industriales con fuerte contenido científico, que constituyen la base de la innovación productiva. Por un lado, es importante señalar que el uso productivo de los resultados de la investigación científica no es el resultado de un predominio de las prioridades empresariales en la orientación de las investigaciones, ni una adaptación de ésta a los requerimientos del sector productivo, como se tiende a pensar con frecuencia. La experiencia norteamericana muestra cómo las empresas norteamericanas aprovechan la investigación desarrollada en universidades de alta calidad investigadora, a partir de los resultados publicados en revistas académicas, financiadas con recursos públicos y citadas por los propios académicos. Los resultados productivos en sectores como la biomedicina o las tecnologías de la información y las comunicaciones se obtienen después de largos periodos de financiación de investigaciones básicas a cargo mayormente del estado y realizadas en las universidades. Por ello, la vinculación de la investigación científica con el sector productivo requiere ante todo un cambio en los patrones de comportamiento empresariales hacia la I+D y la innovación, con una cultura empresarial que dedique más recursos propios a la mejora de los conocimientos productivos.

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