sábado, 12 de agosto de 2006

Ciencia e Industria

En la actual economía, basada en el conocimiento, la ciencia influye cada vez más en las nuevas industrias de rápido crecimiento. Las relaciones entre ciencia e industria (RIC) son cada vez mas intensas. Las transformaciones más evidentes son el surgimiento de amplias alianzas entre las universidades y las empresas. El bajo grado de movilidad de los investigadores entre los sectores privado y público es en muchos países el principal cuello de botella de las RIC. La contribución a la innovación de las transferencias de tecnología desde LA INVESTIGACIÓN COSTEADA CON FONDOS PÚBLICOS es significativa en las tecnologías de la información y, de manera creciente, en los sectores de tecnología médica y biotecnología. La clave esta en como transferir con eficacia los resultados de la investigación generados con fondos públicos desde el estado al agente privado. En la última década una mayoría de los países ha reorientado la inversión pública en I+D hacia las universidades, en detrimento de las instituciones de investigación. Sin embargo, este cambio no ha mejorado las RIC de forma uniforme. Una de las principales razones es que los sistemas universitarios descentralizados, en los que las universidades gozan de mayor libertad en sus políticas de investigación y en sus relaciones con la industria, responden mejor a las oportunidades para las RIC que las centralizadas. No existe un modelo único para comercializar la investigación pública que pueda usarse para evaluar los rendimientos relativos de los sistemas nacionales de RIC. La investigación básica y a largo plazo –motivada mas bien por pura curiosidad científica y no por los retos a que se ha de enfrentar la industria – produce los nuevos conocimientos científicos y técnicos de importancia creciente en el impulso de la innovación. Esto es lo que explica el tradicional desinterés de la industria privada para invertir en investigación básica, haciendo aumentar así la necesidad de apoyos gubernamentales. Los gobiernos deben fijar reglas claras en relación con la propiedad intelectual derivada de la investigación hecha con fondos públicos, y al tiempo dar suficiente autonomía a las instituciones de investigación. Una buena práctica consiste en conceder derechos de propiedad intelectual a la organización investigadora ejecutora y, al mismo tiempo, asegurar que los investigadores o los equipos de investigación puedan compartir las recompensas. Una buena práctica pudiera ser conceder los derechos de propiedad intelectual al organismo investigador ejecutante, pero asegurando a los investigadores la percepción de una adecuada participación en los royalties que resulten. Las reformas normativas relacionadas con los derechos de la propiedad intelectual y con las formas de licencia de la investigación generada con fondos públicos deben complementarse con medidas que estimulen la demanda de aportaciones científicas de las empresas. Los laboratorios públicos deben sensibilizarse más ante las nuevas necesidades aplicando mecanismos para establecer prioridades que reflejen lo que la industria necesita. Las nuevas empresas tecnológicas tienen un papel decisivo en la vinculación de la ciencia con los mercados. Los gobiernos deben dar prioridad a estimular la creación de empresas con transferencia de tecnología desde la investigación pública para animar la innovación. Las asociaciones entre ciencia e industria que tienen más éxito son las que disponen de vínculos estrechos entre las organizaciones públicas de investigación y los polos de la industria local.

No hay comentarios.:

Entradas Relacionadas

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...