viernes, 4 de agosto de 2006

Campo e industria

El campo es actualmente una de las áreas en la cuales el progreso técnico penetra con mayor profundidad en la organización del proceso productivo. Aplicando el conocimiento científico y tecnológico al campo se puede multiplicar los rendimientos y aumentar la producción. Avances como, por ejemplo, la siembra directa y las semillas transgénicas, permiten diversificar la producción, reducir costos y elevar la rentabilidad. La agregación de valor en todo el ciclo productivo de la cadena agro-industrial es una de las causas mas importantes del notable crecimiento actual de la economía argentina. El campo necesita el aumento de la participación de insumos tecnológicos y de equipos de producción local en la cadena productiva. En síntesis, se debe producir una plena integración entre EL SECTOR RURAL, EL SISTEMA CIENTÍFICO TECNOLÓGICO Y LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL. La producción del campo y la producción industria deben complementarse y sumarse. Eso es lo que ha sucedido en los países de gran dimensión territorial y grandes praderas fértiles, como los Estados Unidos, Australia y Canadá. Sin embargo, en la Argentina, por alguna razón que no alcanzo a comprender, la coexistencia de esas dos sectores fundamentales fue vivido como un conflicto antes que como el fundamento de la formación de una economía integrada y moderna. Esos países, a diferencia de la Argentina, crecieron y se proyectaron al comercio mundial como grandes productores y exportadores de cereales, carnes y otros productos del campo mientras, al mismo tiempo, desarrollaban los sectores industriales fundamentales. En nuestro país, la trayectoria fue, lamentablemente distinta, porque predominó frecuentemente LA IDEA QUE ALCANZABA CON LA PRODUCCIÓN DEL CAMPO para crecer y que la industria era una anomalía en un país como el nuestro. En otros períodos, el péndulo osciló en dirección contraria y se pensó que la producción primaria era el origen del subdesarrollo y que era posible el crecimiento de la producción industrial y su financiamiento, mediante la transferencia continua de ingresos desde el campo a la industria. De una buena vez debemos admitir que el país tiene la fortuna de disponer de una formidable dotación de recursos naturales para la producción agropecuaria y, al mismo tiempo, los recursos necesarios para constituir una amplia y diversificada base industrial abierta al mundo y competitiva. Las condiciones son ahora propicias para poner en marcha una estrategia de desarrollo integrado del campo y la industria. El desarrollo integrado del campo y la industria es así una condición necesaria para erradicar definitivamente la fuga de capitales y de cerebros. Esta integracion debería ser la columna vertebral de una estrategia de desarrollo nacional. Podemos ser los dueños de nuestro destino, tenemos los recursos para ser dueños de nuestro destino, pero como dice Shakespeare en la tragedia “Julio Cesar”: Los hombres son algunas veces dueños de sus destinos. La culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos que consentimos en ser inferiores.

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