domingo, 2 de julio de 2006

Kirchnerismo

La relación entre el Estado y las empresas en la Argentina de Kirchner muestra un panorama novedoso. Kirchner, se sabe, es partidario de un nuevo equilibrio entre Estado y Mercado. La visión presidencial implica mayores dosis de Estado en la toma de decisiones económicas y en la asignación de los recursos. ¿Cómo? En parte con empresas públicas, pero especialmente con la presencia del Estado en decisiones clave que hasta ahora fueron exclusivas de las empresas. Kirchner ha encontrado su fórmula: sin tener la propiedad de numerosas compañías, el Estado se las arregla para participar en decisiones de precios, salarios e inversiones de las empresas. Hay nuevas y sutiles formas usadas por el Estado para tener presencia en el Olimpo del Mercado. El Estado participa de las decisiones sobre precios y costos. Antes esto ocurría sólo en los sectores de servicios públicos regulados, ahora Kirchner lo quiere extender a toda la economía. Kirchner quiere saber cuanto cuesta producir cada producto, y solo esta dispuesto a tolerar rentabilidades razonables. Estamos en las antípoda del liberalismo. Para el Gobierno no es "la mano invisible" la que señala por donde van los costos y los precios de las empresas. A la economia hay que guiarla en la dirección que siga un plan estratégico. De hecho, acaba de ocurrir algo inédito: las negociaciones salariales de los rubros más importantes se hicieron con el padrinazgo presidencial; el mismo Kirchner le puso número a los aumentos ("no quiero un dos adelante", reclamó para cerrar luego casi todos en 19%). Fue algo muy parecido a una negociación única conducida no desde la CGT sino desde la Casa Rosada. No sólo los empresarios cedieron ante el influjo K, sino también los gremios, algunos de los cuales habían pedido originalmente aumentos del 30 ó 40%. Otro instrumentos que usa Kirchner para domar el potro económico son las retenciones. Las retenciones mantienen bajos los precios internos a costa de resignar exportaciones. Con métodos heterodoxos el Gobierno recorta las ganancias de las empresas, y lucha por contener la inflación, a la que visualiza casi como su única amenaza política real. En las privatizadas este nuevo enfoque es más que notorio. Las privatizadas funcionan como empresas cuasi-públicas. El Gobierno es el responsable de las decisiones clave: tarifas e inversiones. El Gobierno no optó por regular mejor a los privados, sino por congelar tarifas, por prometer mejora paulatina por el crecimiento y por inmiscuirse crecientemente en las inversiones de las empresas. Ahora las decisiones de inversión no se comunican sino que se acuerdan con el Gobierno, como mínimo. Se cobra más por un servicio pero ese dinero no va a la ecuación de las empresas vía tarifa sino que se destina a fondos fiduciarios para hacer las obras que decide el Estado. La tarifa no se toca, o a lo sumo sólo se ajusta para clientes empresarios; el plan de negocios, las inversiones y la rentabilidad empresaria se discute con el ministro de Planificación. Los pragmáticos sostienen que la única forma de saber si nuestras ideas son correctas es a través de los resultados. Las ideas de Kirchner hasta ahora tienen buenos resultados. ¿Significa esto que tiene ideas correctas en materia económica?. Si Kirchner usara este tremendo poder de control que tiene sobre la economía para llevar al país hacia una economía basada en el conocimiento científico y tecnológico podríamos llegar a ser Korea en poco tiempo y después, tal vez, algo mucho mayor....

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