domingo, 25 de junio de 2006

El ajuste

Durante los últimos meses diez de los doce bancos centrales más importantes del mundo han aumentado sus tasas de interés. Las consecuencias son predecibles. Por un lado, el dólar se devalúa, las tasas de interés suben, las burbujas inmobiliarias se desinflan, los precios de las materias primas y la energía caen, la economía norteamericana se enfría y lentamente su balanza comercial debería empezar a mejorar. Un pase de magia y todo solucionado. ¿Es tan fácil?. No. Los norteamericanos gastan bastante más de lo que producen. Como resultado, el déficit de su balanza comercial alcanza al 7% del PBI. Hasta ahora, el financiamiento externo que le permite a EE.UU. y a sus consumidores vivir por arriba de sus medios fue provisto por los países superavitarios —China, Japón, Alemania, Rusia y los países exportadores de petróleo— que han aceptado activos financieros norteamericanos, en pago por sus exportaciones. Pero la situación actual no es sostenible indefinidamente. Durante los últimos 15 años, las importaciones de los Estados Unidos crecieron 8% anual, mientras que las exportaciones, sólo 5%. Como resultado, las importaciones son 60% superiores a las exportaciones. Si estas tendencias se mantuvieran, el déficit en cuenta corriente alcanzaría un insostenible 17% del PBI en el año 2016. Los norteamericanos compran bienes made in China, cuyos precios no han dejado de caer durante la última década. Los importadores pagan en dólares que son convertidos por los chinos en títulos del gobierno norteamericano, lo que mantiene bajas las tasas de interés. China, por su parte, prosigue su formidable modernización: acumula reservas en dólares, impide que el yuan se aprecie, mantiene salarios bajos y sostiene un círculo virtuoso de más inversiones, nuevos empleos y crecientes exportaciones. La excesiva dependencia del capital extranjero es una amenaza a la actual preponderancia estratégica de EE.UU. La insuficiencia de ahorro interno es lo que determina la elevada dependencia del ahorro externo. En otras palabras, la permanencia de un déficit fiscal elevado estimula la demanda interna y esto da lugar a crecientes niveles de importaciones, para cuyo financiamiento recurre a crecientes niveles de endeudamiento externo y esto es posible gracias a que el resto del mundo sigue demandando dólares. Hay una impresionante acumulación de reservas en divisas extranjeras por parte de los bancos centrales de países en desarrollo. Los dólares de EE.UU. que se gastan en productos extranjeros van a parar a los bancos centrales de otros países, los cuales invierten buena parte de las utilidades en bonos del gobierno estadounidense, entre otras cosas porque quieren protegerse de crisis financieras como las que ocurrieron en Tailandia, Indonesia, Corea, Rusia, Brasil y Argentina. A un país en desarrollo, acumular un colchón de dólares puede ayudarlo a evitar que los especuladores derriben su moneda. La gran ironía financiera internacional de nuestros tiempos es que países que necesitan capital para financiar un desarrollo rápido están enviando más dinero a EE.UU. del que circula en la dirección opuesta, y lo hacen como política de gobierno. El fenómeno se está dando no sólo en países como China, que amasan enormes cantidades de bonos del Tesoro, sino también en países pobres que, si bien no tienen tantos bonos como China, igualmente acumulan sumas considerables dados sus PBI. Es decir, todo el mundo quiere salvarse DEPOSITANDO SUS AHORROS EN UN PAÍS QUEBRADO. Absurdo, desde todo punto de vista. Los Estados Unidos y sus corporaciones ya no dominan en el mundo de la producción. Un ejemplo: Estados Unidos tiene sólo dos de las diez automotrices líderes mundiales y ambas –Ford y General Motors– están con profundas dificultades económicas. Continúa dominando en unos pocos sectores como el agrobusiness –fuertemente subsidiado por el gobierno, violando las reglas de la OMC– y algunas áreas de alta tecnología, principalmente vinculadas al complejo industrial militar. Dominó en el reino de las finanzas hasta mediados de los ’90, pero ahora pide prestado a un ritmo de 2 billones de dólares por día principalmente a los bancos centrales del Este asiático para financiar el endeudamiento del Estado y del consumo. Su mercado doméstico es todavía enorme y Estados Unidos suele utilizarlo como un arma en las negociaciones internacionales, pero muchos países están reorientando su comercio hacia los mercados de China e India que se expanden velozmente. Estados Unidos tiene todavía un voto dominante en organizaciones internacionales como el FMI y Wall Street es aún el mediador mayor en los mercados de capital global. Pero si militarmente los Estados Unidos dominan el poder de destrucción de alta tecnología, estamos viendo que en Irak y Afganistán fallan a la hora de dominar el terreno. Estados Unidos, entonces, es un gigante débil, un país al borde de la quiebra y eso significa un dólar volátil. ¿Cómo explicar entonces la obsesión mundial por ahorrar todavía.... en dólares?.

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