sábado, 18 de febrero de 2006
Primero los chinos, ahora también los rusos
Brasil ha sacado cuentas y llegó a la conclusión de que el proyecto de un gasoducto desde Venezuela a Argentina podría representarle ahorros anuales de 11.000 millones de dólares en importaciones de gas. De manera que Lula esta ahora mas entusiasmado que el propio Chavez. El gasoducto atravesaría Brasil de norte a sur. Brasil actualmente importa 50% del gas que consume desde Bolivia. Los costos del gas boliviano son cada vez mayores para Brasil, no sólo por el precio del producto sino también por los crecientes gastos de Petrobras con el pago de regalías al país del altiplano. El principal problema del gasoducto es su costo. Costaría al menos 25.000 millones de dólares. Venezuela necesitaría primero invertir varios billones de dólares para explorar y desarrollar una mayor cantidad de sus reservas gasíferas para poder cubrir el volumen de suministro. Pero resulta que, sorpresivamente aparece un socio que puede resolver los problemas de liquidez, ejecutivos de Gazprom, EL MONOPOLIO ESTATAL RUSO DE GAS, están interesados en participar en el proyecto. Pero ¿cómo? ¿No era que Rusia se había pasado el bando neoliberal y supercapitalista para el cual lo estatal es pecado?. ¿O sea, que el comunismo se desplomó haciéndose añicos, pero el monopolio estatal de gas ruso quedo en pie y en manos de los rusos?. Y porque nosotros “privatizamos” nuestra empresa estatal de petróleo y encima se la vendimos a una empresa extranjera. ¿Vieron lo que pasa cuando una empresa extranjera quiere comprar una compañía petrolera yanqui?: no puede, el congreso yanqui se lo prohíbe. ¿Y nosotros vendimos alegremente nuestro petróleo?. Este ispa da para todo. No hay neoliberales mas ortodoxos que los de la Argentina. ¿Estas contento Checo?. Gasprom es un consorcio estatal ruso de gas que administra la mayor red de gasoductos del mundo. Gazprom tiene una experiencia de 35 años en la construcción y operación de obras de ese tipo, como la tubería que lleva gas de la región rusa de Siberia a Europa, o el gasoducto que conectará a Rusia con Turquía, construido a una profundidad de 2.100 metros. El gasoducto suramericano, que tendría capacidad para transportar 150 millones de metros cúbicos de gas por día, es sin embargo una obra compleja, no sólo por la magnitud de su trazado sino porque tendrá que atravesar parte de la Amazonía brasileña. Obviamente los analistas y medios allegados a Washington o Houston, ponen objeciones, la globalización vale si ellos participan, sino participan “minga” con la globalización. Ya Uruguay se margina, por presión norteamericana. En Montevideo, el peso de ChevronTexaco –tiene un hombre en el gabinete, Jorge Lepra- hace muy efectivas las presiones norteamericanas para que Uruguay se mantenga al margen del supergasoducto. Fuentes británicas, ligadas a grandes petroleras, recomiendan desechar el gasoducto y, en su lugar, importar fluido boliviano. Meter las narices en Latinoamérica sin duda, forma parte de los ambiciosos planteos geopolíticos de Putin, que no quiere quedarse a la zaga de los chinos. Si los yanquis no les dan bola a los sudacas, dice Putin, yo si.
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