jueves, 23 de febrero de 2006

En la Argentina el mercado no existe

El profundo proceso de concentración y extranjerización que sufrió la economia durante los 90 dejó la formación de precios en pocas manos. Los precios en pesos se alinean de inmediato al precio en dólares. Es la herencia de la convertibilidad. Los precios no suben por el incremento de los costos de producción; aumentan, principalmente, porque no hay competencia. Las primeras cien empresas acaparan el 48 por ciento de la producción industrial. De ese total, el 60 por ciento lo elaboran empresas extranjeras. Por eso NO FUNCIONAN LOS MERCADOS. Cada producto lo fabrican sólo dos o tres empresas, que fácilmente se cartelizan, DIVIDIÉNDOSE EL MERCADO EN VEZ DE COMPETIR. A su vez, las trasnacionales y los grandes grupos locales buscan mantener sus utilidades en dólares. Entonces, dolarizan sus precios, sin importarles la incidencia real de la devaluación en sus costos. En enero de 1999 Brasil devaluó su moneda. Durante ese año el dólar subió un 49 por ciento y la inflación fue de sólo el 9 por ciento. Lo mismo había ocurrido en Corea en 1997: aquel año el dólar aumentó un 37 por ciento y los precios crecieron apenas un 7 por ciento. En estos casos, las empresas trasladaron a sus precios sólo la incidencia de la devaluación en sus costos de producción. Esto no sucede en la Argentina. En Argentina, los monopolios y oligopolios que dominan la mayoría de los mercados dolarizan sus precios. De manera que los precios suben mucho mas que los costos y asi las empresas aumentan sus ganancias haciendo un jugoso negocio sin invertir y ni arriesgar. Los grandes grupos industriales están actuando de manera cartelizada y AUMENTANDO SUS PRECIOS INCLUSO POR ENCIMA DEL INCREMENTO DEL DÓLAR. Por ejemplo, Papelera Tucumán de Alberto Pierri; la norteamericana Papel Misionero, Ledesma y Celulosa aumentaron la cartulina un 400 por ciento. La multinacional italiana Pirelli y la local Codam subieron las bolillas de cobre un 300 por ciento. La belga Indupa, las norteamericanas Dow Chemical y Dow Corning y Pérez Companc aumentaron el PVC un 120 por ciento. Esos insumos son bienes intermedios que se usan para la elaboración y envase de casi todos los productos industriales. Por lo que estos aumentos se traducen a toda la cadena productiva nacional.La empresa sueca Aga y la francesa Air Liquide, las únicas que producen gases industriales, llegaron a un acuerdo de precios y se dividieron el mercado. Techint y Acindar son un duopolio que maneja los precios, sin competencia. Aumentan los precios coordinadamente. Techint aumentó el acero inoxidable un 120 por ciento y Acindar subió el acero SAE un 60 por ciento. Con estos precios ambas empresas ESTÁN VENDIENDO EN EL PAÍS A CASI EL DOBLE DEL PRECIO AL QUE EXPORTAN. La unidad de cuenta de las compañías trasnacionales es el dólar. Su meta es llevarse de Argentina las mismas divisas que giraban antes de la devaluación. Por eso suben sus precios aun por encima del actual valor del dólar. Los grandes grupos locales también operan en varios países pero aun los que sólo tienen presencia en el mercado nacional se acostumbraron A GIRAR SUS UTILIDADES AL EXTERIOR. Como actúan en mercados monopólicos u oligopólicos, en muchos casos con prácticas de cartelización, maximizan sus utilidades aumentando los precios. En la mayoría de los casos, las compañías exportan la mayor parte de su producción y venden el resto en el mercado local. Por eso quieren, como mínimo, recibir en el país lo mismo que en el exterior. La fórmula que utilizan la mayoría de los países para despegar los precios internos más sensibles a la población y a los procesos de producción del precio internacional es la instrumentación de retenciones a las exportaciones. Así, al reducirles el ingreso que reciben por sus ventas externas, bajan también los precios internos. En Argentina, como no funcionan los mercados, hasta esa estrategia podría fracasar. El caso de los combustibles es un ejemplo de cómo actúan los grandes grupos que operan en el país. El anuncio del equipo económico de implementar retenciones petroleras, en vez de contener los aumentos, los disparó. Como solo tres compañías se reparten el 90 por ciento del mercado le es fácil ponerse de acuerdo y poner el precio que quieren para torear al gobierno. Sin embargo, el Gobierno no es es impotente frente a estos chantajes porque los abusos de posición dominante de mercado están penados por la Ley de Defensa de la Competencia. Esta herramienta la Secretaría de Defensa de la Competencia la podría utilizar para intervenir y evitar los casos de cartelización y aumentos injustificados de los precios manejados por oligopolios.

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