domingo, 19 de febrero de 2006

El modelo francés

El control de precios hace que el precio no suba y aumente la demanda. Sin embargo de esta manera el productor se estanca o disminuye su productividad y su rentabilidad. Entonces la demanda sigue subiendo y esto a la larga se agrava. China crece al 9 % anual como la Argentina, pero China puede sostener ese crecimiento porque allí la inversión alcanza el 50 % del PBI, en Argentina solo llega al 20 %. Solo una fuerte inversión de capitales puede seguir sosteniendo este crecimiento. Mientras el gobierno espera que esas inversiones de produzcan intenta aplicar un modelo de acuerdos de precios que los franceses están aplicando desde hace un año y medio atrás. El gobierno al pactar rebajas y congelamientos de largo plazo intenta copiarlo, aunque en Francia funcionó en un contexto prácticamente opuesto. Estos convenios se firmaron en Francia para incentivar el consumo popular y no para frenar una escalada inflacionaria, y apuntaban a evitar que las grandes cadenas supermercadistas engrosaran sus márgenes por la CAÍDA DE LOS PRECIOS MAYORISTAS. Además, esos acuerdos establecen MULTAS concretas para quienes no los cumplieran y obligan a las empresas a ABRIR SUS BALANCES para que las asociaciones de consumidores pudieran supervisar su estructura de costos. Nada de esto se ha establecido aquí. ¿Cómo sucedió en Francia?. En el 2004 Sarkozy, ministro de economía entonces, sentó a su mesa a los jefes de las cadenas de supermercados Auchan y Carrefour junto con sus principales proveedores, los referentes de la industria y el muy influyente movimiento agrario organizado. El resultado fue el “compromiso para una baja durable de los precios” que explicitaba como meta conseguir una baja de los precios del 2 por ciento promedio en los productos de marca de la gran industria hasta septiembre de 2004 y mantener esa tendencia descendente en 2005. El objetivo real era que LA CAÍDA DE LOS PRECIOS MAYORISTAS LLEGARA EFECTIVAMENTE A LOS CONSUMIDORES Y NO SE PERDIERA EN LA CADENA DE DISTRIBUCIÓN, como denunciaban los pequeños y medianos productores fabriles y rurales. El acuerdo se aplicó a una canasta de unos 8 mil productos, de los cuales sólo una parte era de primera necesidad. Los resultados de la estrategia Sarkozy no son fácilmente mensurables. La inflación en todo 2004 fue del 2,1 por ciento, idéntica a la de 2003, y en 2005 se redujo al 1,8 por ciento, pero no necesariamente por los acuerdos. Esta es una economía muy poco dinámica, el crecimiento promedio de la zona euro fue del 1,4 por ciento y Francia está ahí. En Francia había (y hay): crecimiento bajo, inflación baja y precios impulsados sobre todo por el valor del petróleo. El andamiaje legal sobre el que se apoyaron los pactos a la francesa es mucho más sólido que el que hay en Argentina. Las oficinas de control de precios fueron un clásico en Francia desde la posguerra hasta 1986, cuando el actual presidente Chirac asumió como primer ministro y empezó a desmantelarlas una por una. El recuerdo fresco de los controles y las leyes que aún los permiten hicieron que fuera más fácil obligar a los empresarios a HACER PÚBLICOS SUS MÁRGENES DE GANANCIA Y FORZARLOS A TRASLADAR LAS REBAJAS DE SUS PROVEEDORES. También obligó a los industriales a abrir un nuevo renglón en sus balances para dejar asentada contablemente allí su parte del esfuerzo bajista. En la Argentina las empresas guardan esos balances bajo siete llaves, así que aquí no se puede saber si los empresarios están cumpliendo o no. En el caso argentino los precios mayoristas subieron casi el doble que los minoristas desde la devaluación, y lo que busca los convenios es evitar el traslado al consumidor de esa brecha, que ahora permite la recuperación de la demanda.

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