martes, 24 de enero de 2006

¿ Pobreza o desigualdad ?

¿Cual tendría que ser el objetivo primario de la política pública: abatir la incidencia de pobreza o reducir la iniquidad?. ¿Cuál debe ser el énfasis de la política económica: promover el crecimiento económico o emprender acciones redistributivas del ingreso?. Extendiendo un poco más la pregunta: ¿es mayor el nivel de desarrollo económico de un país si el ingreso de la mayor parte de los habitantes aumenta mientras que simultáneamente la distribución del ingreso sigue igual de inequitativa o inclusive más inequitativa?. Empecemos con una política económica que enfatice la redistribución del ingreso. Para ello la política económica, particularmente la tributaria, tendría que diseñarse para quitarle ingreso a los individuos de altos ingresos a través del impuesto sobre la renta para transferir ingresos a los de menores ingresos, normalmente a través de programas de gasto gubernamental. Una estructura del impuesto sobre la renta de este tipo contiene un alto sesgo en contra del crecimiento económico ya que desincentiva el trabajo, el ahorro y la inversión. Esta política tributaria termina minando la base de recaudación ya que incentiva la evasión. Una política económica que enfatice la redistribución del ingreso, al desincentivar el crecimiento económico termina, efectivamente, por hacer a casi todos más pobres sin que se logre de paso una mejora en la distribución del ingreso. Por otra parte, tenemos una política que enfatice el combate a la pobreza. Esta se basa en que la economía tiene que crecer de manera sostenida y para ello tienen que generarse los incentivos adecuados los cuales incluyen, entre otros, derechos de propiedad eficientemente definidos y protegidos, mercados de bienes y de factores de la producción competitivos y no distorsionados, mercados internos de bienes y financieros integrados a los mercados internacionales, finanzas públicas no deficitarias y estabilidad de precios. Una política económica con estas características genera un proceso sostenido de crecimiento económico, mayores empleos y salarios reales crecientes y un abatimiento también sostenido de la pobreza misma que deriva, aunque no necesariamente en el corto plazo, en una distribución más equitativa del ingreso. Este ha sido el discurso dominante después de la caída del comunismo. O sea que se llega a una espontánea distribución de riquezas a través de la desigualdad, hay que se inequitativo para vencer a la pobreza. Tenemos entonces una Fase 1: propiciar y permitir una desigualdad distributiva enorme, y una Fase 2: la pobreza cede por derrame desde los ricos hacia los pobres. Chile y México están en fase 1. Chile presenta uno de los peores índices de distribución del ingreso del mundo. El 10 por ciento más rico gana quince veces más que el 10 por ciento más pobre. El ingreso per cápita chileno es alto: seis mil dólares. Sin embargo, la desigualdad distributiva es tremenda. Muchísimo para muy pocos y muy poco, casi nada, para la mayor parte de la población. En México observamos una alta incidencia de pobreza, cercana al 40% de la población, así como una notoria iniquidad en la distribución del ingreso, con el 10% más pobre de la población con un ingreso familiar que solo representa el 1.3% del ingreso nacional mientras que el 10% más rico de la población tiene una participación en el ingreso nacional cercana al 40%. ¿Cuándo se producirá el derrame?.

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