jueves, 8 de diciembre de 2005

Campo e industria

El campo y la industria han mantenido relaciones conflictivas en el transcurso de la historia argentina. En la segunda mitad del siglo XIX, el país se integró al mercado mundial como gran productor y exportador de productos agropecuarios. Desde entonces hasta la actualidad, el campo y la industria no han podido pactar un proyecto en común. No existe una Argentina viable sin campo o sin industria. Solo una alianza y una integración entre ambos sectores puede hacer que la Argentina se convierta en un país prospero. La Argentina es demasiado grande para sustentarse en un solo sector. Hay que comprender esto de una vez por todas. La causa del desastre argentino esta en la incapacidad de resolver el conflicto de intereses que existe entre el campo y la industria. A lo largo del tiempo, el conflicto se expresó en las disputas permanentes sobre el tipo de cambio y la existencia o no de retenciones a las exportaciones primarias, el crédito y la carga impositiva. Pero el conflicto fue mucho más allá de los precios relativos y la distribución intersectorial del ingreso. Abarcó visiones conflictivas sobre la organización de la economía. La política económica quedó así atrapada en un juego pendular, desde la postura que la economía argentina puede sostenerse sólo sobre la producción primaria y que la industria es una anomalía en un país como el nuestro, a la contraria de que el campo es el agente del atraso y la dependencia y que es sólo atendible el desarrollo industrial. Ambos sectores deben deponer esa actitud soberbia, que la realidad ha castigado cada vez que uno u otro sector ha querido demostrar que puede por si solo sostener al país. Los argentinos debemos empezar a comportarnos fieles a la lógica y atentos a la experiencia. Este conflicto ha sido fatal para ambos sectores y para el pais. Es hora de resolverlo. La prolongadas turbulencias políticas de la Argentina se debe este desencuentro entre los dos sectores de la economía nacional. La economía real, fundada esencialmente en la producción de bienes y servicios transables del campo y la industria, quedó atrapada en la hegemonía neoliberal. Vale decir, subordinada a la especulación financiera, la apertura y desregulación indiscriminada de los mercados y la generación de desequilibrios gigantescos. Estos sustentaron el endeudamiento hasta el límite de la insolvencia y la extranjerización, sin precedentes, de la mayor parte del sistema productivo. La capacidad de decisión nacional quedó así subordinada a los humores de los especuladores. Para iniciar un nuevo rumbo es imprescindible un pacto entre el campo y la industria. Ese pacto contribuiría al crecimiento conjunto de ambos sectores. El consenso sobre el desarrollo integrado del campo y la industria es un componente clave de la gobernabilidad de la economía argentina, y de nuestra capacidad de organizar la dotación de recursos disponibles para la producción y el empleo.
http://comunidad

1 comentario:

Anónimo dijo...

es muy interesante

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