jueves, 1 de diciembre de 2005

Brasil liberal

La economía de Brasil se achicó el 1,2 por ciento en el tercer trimestre del año en relación con el segundo. La contracción es el resultado directo de la política de control de la inflación vía altas tasas de interés recomendada por el FMI y defendida contra viento y marea por el ministro Palocci. El modelo brasileño sirve de espejo para ver que nos pasaría si siguiéramos receta ortodoxa de los organismos financieros internacionales para combatir la inflación. En los primeros 9 meses del año el Producto creció un magro 2,6 por ciento con respecto al año pasado, que llega al 3,1 en los últimos 12 meses, muy por debajo del promedio de la región. Si el tercer trimestre de este año se compara con igual período de 2004, registra una leve suba del 1 por ciento. Los números parecen indicar que la economía brasileña se esta frenando de manera progresiva. Y ello ocurre en un contexto internacional muy favorable, con elevados precios para las exportaciones. El problema de Brasil es la persistencia del discurso que se escuchó en Argentina hasta la crisis de 2001. La tasa básica de interés brasileña se encuentra en 18,5 por ciento. La argumentación que respalda esta política es que las tasas altas generan un incentivo para la entrada de capitales, lo que permite recuperar la “confianza de los inversores”. Pero en la economía real pasan cosas distintas. Semejante nivel de intereses desalienta la actividad productiva en favor de la valorización financiera. De hecho, el único sector de la economía que se mantuvo estable fue el sector servicios y ello porque incluye la intermediación financiera. La industria, en tanto, cayó el 1,2 por ciento y la actividad agropecuaria, un significativo 3,4 por ciento. Entre los efectos de estas bajas se cuenta la disminución del consumo interno y, en consecuencia, el aumento de los saldos exportables. La paradoja de las exportaciones brasileñas es que aumentan a pesar de que la entrada de capitales produce una apreciación (anticompetitiva) del tipo de cambio. No tienen mas remedio que exportar lo que no pueden consumir, pero eso que exportan es cada vez mas caro para los que le compran y por lo tanto cada vez le comprarán menos. Resultado final: una crisis. Lo notable es que Brasil siga entrampado en este círculo vicioso ya repetido en todas las recientes crisis financieras internacionales, incluida la suya propia de 1999. Menos notable es que el FMI continúe recomendando la receta. EL FMI defiende los intereses del capital financiero. Una prueba visible son las ganancias de los bancos internacionales que operan en Brasil.

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