miércoles, 30 de noviembre de 2005

¿Sacrificar la exportación para combatir la inflación?

Es habitual escuchar que la Argentina debe apostar a la exportación, como motor de la economía y generadora de divisas para el desarrollo. Pero sucede que el país se come buena parte de lo que exporta, lo que genera una permanente tensión entre exportación y equidad. En un país que se come buena parte de lo que exporta, se genera una permanente tensión entre exportación y equidad. El gobierno intenta mantener el equilibrio: no desalentar las ventas al exterior ni descuidar el impacto de los precios internos en la población. CUANTO MÁS SE EXPORTA, MÁS CAROS SON INTERNAMENTE LOS BIENES QUE SE VENDEN EN EL EXTERIOR, y con tipo de cambio elevado aparece un incentivo a favor del mercado externo contra el interno. Lo es que buena parte de lo que se exporta integra la canasta básica de consumo de la población. Esto explica que aparezcan contradicciones de política pública: primero se trata de alentar la exportación, pero luego se la castiga con retenciones. Consumir localmente o vender afuera, ese es el dilema. Un caso paradigmático es el de la carne. Se trata de un producto que identifica a la Argentina en el mundo, con mercados que se están abriendo y que pagan muy bien el kilo de los cortes argentinos. Pero resulta que el pueblo argentino come carne, y mucha. De la carne que se produce, una gran mayoría se consume localmente, pero la exportación está aumentando con gran velocidad. En enero de 2004 se exportaban u$s 71 millones, mientras que en setiembre de 2005 se colocaron carnes por 139 millones . Durante los primeros nueve meses de 2004 se exportaron carnes por u$s 889 millones, cifra que subió a 1.166 en el mismo período de 2005. La demanda interna tira fuerte y además se suma una demanda externa en franco crecimiento. La cuestión es que tenemos restricciones de oferta. Entre las restricciones de la oferta anotan una que proviene del sector y otra gubernamental. Desde los productores hay especulación mediante la retención de ganado .Más demanda y oferta restringida significa mayores precios: es el viejo truco. En economía saben que no se puede pedirle a la gente que no consuma carne y a los productores que no aprovechen los mercados que se están abriendo. Por eso suben las retenciones a la exportación de carnes del 5 al 15 %. En el gobierno rechazan que se trate de un castigo a la exportación: aseguran estar comprometidos con ella, pero afirman que no pueden dejar que sigan aumentando los precios de bienes clave de la canasta familiar. La exportación aparece como un objetivo en tanto y en cuanto no ayude a llevar los precios internos mucho más allá de lo que pueden pagar los bolsillos locales. La provisión del mercado interno y el poder adquisitivo son las prioridades para el gobierno. Es más: si con las medidas tomadas no consiguieran contener los precios de la carne, están dispuestos a ir más lejos. El Ministerio de Economía estudia, si resultara necesario, la implementación de una política de segmentación del mercado, con algunos cortes –los más sofisticados- para el mercado externo y otros –los más populares- para el interno. Evidentemente, los primeros escasearían o serían muy caros en el mercado local. En la Argentina hay un tipo de cambio alto para importar y un tipo de cambio múltiple para exportar, por el efecto de las retenciones. Es decir, el tipo de cambio es elevado pero distinto en función de los impuestos que se le cobran a la exportación. Esto se maneja según las necesidades internas, en muchos casos con suma discrecionalidad. Numerosos economistas consideran que resulta nocivo apelar a medidas como las utilizadas para contener la inflación, porque le da un notorio sesgo anti-exportador a la política económica. Lo que temen es que además de perder valiosas exportaciones esta política pueda tener repercusiones negativas sobre la inversión en los sectores involucrados. Los empresarios trabajan con gran incertidumbre porque de la noche a la mañana les suben o bajan las retenciones. Desde el punto de vista de los incentivos esto desconcierta, y pude llegar a inhibir inversiones. Parece claro que la Argentina no tiene hoy un modelo exportador puro, como China, donde las ventas externas son un objetivo en sí mismo. Aquí se impulsa la exportación sólo si no afecta a variables internas clave, como los precios o el tipo de cambio. En el gobierno saben que el país necesita divisas, pero creen que también se requiere inflación moderada y dólar alto. Esto explica algunas decisiones tomadas que golpean la capacidad exportadora, como las retenciones, la suspensión de reintegros y recortes en la prefinanciación de exportaciones. Pero aún con todos estos problemas y contradicciones los resultados son buenos: las exportaciones crecen a un 16 % anual en 2005, el doble de lo que crece el PBI. El país exporta hoy casi u$s 40.000 millones, cifra récord en términos históricos, pero se podría exportar. Yo propondría que las retenciones volvieran a los sectores que originaron el ingreso bajo dos formas: infraestructura publica necesaria para aumentar la productividad (caminos, puentes, canales, comunicación, trenes) y créditos para comprar maquinarias, todo con el fin de que aumenten la productividad para que llegue un momento en que puedan abastecer tanto el mercado interno como el externo con una creciente oferta.

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