martes, 8 de noviembre de 2005

Tratados de libre comercio

Los liberales dicen que no firmar un tratado de libre comercio con USA lleva a una catástrofe inevitable y firmarlo en cambio seria encarrilarnos por el camino seguro hacia la abundancia total. Esto es mentira porque el bienestar de los países depende de sus propias fortalezas y no del libre comercio. Nada sustituye a la educación intensiva y al desarrollo de industrias tecnológicas propias, como lo demuestra Corea. Los liberales dicen: lograr el acceso al mercado norteamericano es la condición inexorable para el desarrollo económico. Si eso fuera verdad, PUERTO RICO SERÍA LA ECONOMÍA MÁS DESARROLLADA DE AMÉRICA LATINA y, como todos sabemos, solo se sostiene gracias a los enormes subsidios del Presupuesto Federal de Estados Unidos. Sobran ejemplos de países exitosos y pequeños que pudieron abrirse paso en medio de condiciones comerciales adversas. Sin embargo, diez años después de estar funcionando el TLC de México con USA las cifras revelan un empobrecimiento acelerado en las zonas rurales de México y un aumento del desempleo general, pese a la insistencia en encandilar con cifras macroeconómicas cuya validez solo se ve en los libros de contabilidad, y no en el bienestar de una población cuya migración crece hacia EEUU como consecuencia del deterioro social. Incluso Canadá enfrenta problemas con el TLC con USA, ya que el país mas rico del mundo suele incumplir los compromisos comerciales asumidos con sus propios socios. Ese es el caso de las exportaciones madereras que realiza Canadá, donde los impuestos aplicados por EEUU al ingreso de esos productos ascienden a miles de millones de dólares, demostrando que el supuesto “libre” acceso al mercado norteamericano no es tal. Los yanquis tampoco respetan las resoluciones que en el marco de la OMC le son aplicadas, como cuando los tribunales internacionales fallan contra ellos. Firmar un TCL con el Tio Sam significa aceptar las condiciones inequitativas impuestas por los yanquis para ampliar el control monopólico de sus corporaciones en medicinas, agroquímicos y biotecnología a través de cláusulas leoninas sobre propiedad intelectual. El TLC es de por vida para el socio menor y superior a las leyes de la república que los firma, pero en EEUU el presidente sí puede repudiarlo unilateralmente, si los intereses yanquis se ven amenazados. Por eso todo el que propicia un TCL con EEUU, si es de buena fe, es un idiota, si es de mala fe, un traidor.

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